Cuando en nuestro país ocurre una desgracia natural —lastimosamente se ha vuelto muy frecuente—, todos o casi todos solemos decir, el huracán, el terremoto, el volcán, el desprendimiento de tierra, etc., ocasionó tal o cual desgracia. Y como buenos guatemaltecos, nos solidarizamos inmediatamente con los más vulnerables —casi siempre, los que viven en pobreza y extrema pobreza—. Nadie nos quita el primer lugar en solidaridad, eso es bueno, y bendigo a las personas con ese espíritu.
Cuántos fenómenos naturales ha habido en el mundo, sin embargo, no vemos, no oímos ni leemos en los medios de comunicación que dichos fenómenos hayan o han ocasionado tanta desgracia como ocurre en nuestro país. El volcán Kilauea de Hawai, desde hace varios días está expulsando grandes cantidades de lava, ¿acaso vemos personas fallecidas y tiradas por todos lados? Entonces, ¿quién es el verdadero culpable de las desgracias humanas en nuestro país?
Que la culpa es del Insivumeh, no, es de Conred, no, es del volcán porque se le ocurrió discurrir el material piroclástico en otro lugar, donde ni por sueños las autoridades meteorológicas se imaginaban. Si acaso a alguien le quedaba duda sobre las diferencias sociales, en esta desgracia vemos en todo su esplendor, o mejor dicho en full color, dichas diferencias: la “población” de la finca y/u gotel La Reunión —población de primer mundo— fueron avisados, alertados y evacuados con todas las comodidades y nadie, repito, nadie sufrió daño alguno —me alegro por ello—, sin embargo, a la población pobre —población de tercer mundo—, para Conred e Insivumeh, jamás hubo protocolos de seguridad. Entonces, ¿quién es el culpable? El Insivumeh, Conred o el majestuoso e imponente volcán de Fuego.
A mi entender, el verdadero culpable de estas desgracias —si no actuamos con responsabilidad, seguirán ocurriendo—, es la estructura económica, social y política, ese SISTEMA PERVERSO que tenemos desde hace más de 500 años, sin duda, los dueños de dicho sistema estarán palidecidos, sonrojados, pero extendiendo su “mano amiga e hipócrita”, utilizando los medios de comunicación a su sabor y antojo para acallar un poco su conciencia negra y corrupta.
Mientras unos con la pena, los delincuentes —perdón— algunos diputados con la pepena. En los días más dolorosos en la historia de nuestro país, estas personas, sin el más mínimo respeto hacia las victimas —bueno, es mucho pedir de estas personas, las considero vergüenza de la raza humana—, tratan nuevamente aprobar leyes para beneficio de ellos —ley de transfuguismo, ley de ONG, ley de aceptación de cargos, financiamiento electoral ilícito—, lo menos que han hecho es referirse a la causa estructural de la pobreza —60 % del total de la población—, a ellos eso les importa un bledo.
Es urgente la promulgación de una ley que prohíba de una vez por todas el asentamiento de personas en lugares alta de vulnerabilidad —barrancos, laderas, faldas de volcanes, riberas de ríos, lagos, mares, orillas de carreteras de primera, segunda y tercera categorías. Trasladar urgentemente a todas las personas que viven en lugares altamente vulnerables a catástrofes naturales y humanos a lugares aptos para vivir. El Estado en estos momentos tiene varias tierras y/o fincas que fueron expropiadas o extinguidas a delincuentes, que bien podrían adjudicarse a estas personas, obviamente con el acompañamiento de personas y/o instituciones comprometidas con la lucha contra la corrupción e impunidad.
¿Y con qué dinero se hará todo eso, si Jimmy Morales no tiene un centavo para emergencias? Los especialistas han dicho hasta la saciedad que la corrupción es igual al 40 % del presupuesto de egresos del Estado; además, exhorto a la nueva fiscal del MP para que salga ya de su letargo e innecesario silencio, y empiece a trabajar, porque los corruptos no descansan. Hay gastos superfluos e innecesarios que deben ser eliminados del presupuesto general de gastos, como muestra un botón: el salario mínimo diario de un campesino es de Q 90.16, y del diputado raso es de Q 850.00; los diputados reciben al año Q 56,406,000.00, y muchos de ellos no llegan al Congreso, menos a trabajar.
Reitero mi agradecimiento a los miles de personas que dejaron de comer un bocado de pan para dárselo al prójimo, mientras Jimmy Morales anunció a los cuatro vientos que le daba vergüenza decir, que por la ley del presupuesto no hay un centavo para las emergencias; con todo respeto, si acaso se lo merece, pobre diablo el que nos pusieron como presidente. No conoce absolutamente nada de administración de riesgos, menos de emergencias.
Señor volcán, por favor, haga lo que la ciudadanía inconsciente no se anima a hacer,; échese una vueltecita al Congreso de la República y expulse a los diputados corruptos que se están aprovechando de su rugir para seguir sangrando al pueblo.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.