El domingo 3 de junio quedará marcado en la historia universal por la erupción del volcán de Fuego, quizá la más devastadora hasta el día de hoy. Este evento natural ha dejado un centenar de muertos, aproximadamente 200 desaparecidos y miles de damnificados.
¿Hubo tiempo de evacuar? ¿Por qué se actuó demasiado tarde? ¿Por qué solo el personal del hotel ubicado en el lugar fue evacuado? Estas y muchas interrogantes más deben ser objeto de una investigación seria por parte de los señores del Ministerio Público.
Pedir la investigación no es una cuestión de ir a favor o contra alguien, es una simple solicitud de justicia. Si alguna persona o institución actuó con negligencia, tenemos el derecho de saberlo, por dos razones. La primera para deducir responsabilidades. La segunda, y de mayor importancia, para que esto no vuelva a suceder en ninguna región del país.
Guatemala es un país de volcanes por excelencia, bellos paisajes bajo tierra con los mayores peligros que cualquier otra zona del mundo. Miles de hermanos guatemaltecos viven en las faldas de alguno de los volcanes, o en las cercanías de estos.
Imaginen ustedes que hubiera explotado el Santa María, solo imaginen. Según expertos del Centro Universitario de Occidente, si esto hubiera pasado, y los flujos volcánicos corrieran hacia la ciudad altense, estos llegarían hasta el parque central. Esto es alarmante. ¿Cuántas personas hubieran muerto en una zona tan poblada?
Por esta razón, y sin importar en qué departamento, ciudad, municipio, aldea, cantón o caserío suceda, es de mucha importancia la revisión de los protocolos de emergencia que manejan todas las instituciones del país. Insisto, todas.
Existen ofrecimientos de apoyo para monitorear los volcanes más peligrosos en el territorio nacional. Señor presidente, sea humilde y acepte todo el apoyo posible, reconozca la incapacidad suya, de los funcionarios y de muchas instituciones. Solo reconociendo nuestros errores podemos corregirlos.
El Gobierno debiera de convocar a un diálogo de expertos nacionales e internacionales, con el apoyo de la comunidad internacional. Para, por lo menos: establecer protocolos de respuesta inmediata a todos los fenómenos naturales. Establecer zonas de riesgo y prohibir que sean habitadas. Trasladar a las comunidades a zonas seguras, si para ello es necesario endeudarse, estoy seguro de que el pueblo en general lo comprendería.
A la ciudadanía en general, con todo respeto, le sugiero elegir mejor a nuestras autoridades gubernamentales. Lo que hoy tenemos es producto de la irresponsabilidad al momento de emitir el voto.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.