PUNTUAL
Aunque no todo salga como se planifica, lo que seguro se logró es la satisfacción de haber entregado la ayuda directamente a los damnificados y sobrevivientes de la tragedia provocada por el volcán de Fuego.
Ayer no fue un día normal, es más, la jornada terminó hasta hoy a las 2 de la madrugada. Salimos de Xela con rumbo a la zona del desastre. En el camino de tres horas solo vimos un percance leve, y decidimos entrar por la vía de Alotenango, Sacatepéquez, una de las áreas más golpeadas por la fuerza volcánica.
En la entrada de este poblado había mucha seguridad y personas particulares se encontraban entregando almuerzos a los agentes policiales, un buen primer gesto que observábamos con mis compañeros del periódico La Voz de Xela. Al llegar al centro, era evidente el caos, porque no eran suficientes los agentes de Tránsito, quienes eran apoyados en las calles por uniformados del Ejército.
La ayuda humanitaria, para el momento, ya es demasiada, nadie la recibe y menos dejan entregarla en los albergues directamente a los damnificados. Vimos cómo unas 50 personas pretendían entregar comida en una escuela y no se les permitía (publicaciones en La Voz de Xela lo evidencian). Todo lo están centralizando en la bodega habilitada en el salón municipal y bajo la administración de la comuna.
Había canastas enormes de panes, chuchitos calientes, atol y almuerzos del día que habían sido preparados por mujeres que viajaron de muchas partes del país, hasta de San Marcos y Salamá. La frustración era grande, porque habían dado sus recursos y tiempo, pero fue en vano.
Posiblemente la lógica de las autoridades es ordenar y entregar los aportes, sin embargo, resulta todo lo contrario. Los verdaderos afectados no solo están en los albergues, sino que también en casas particulares, donde amigos y familiares les han dado un pasillo o una galera.
Luego de pasar Alotenango, llegamos al kilómetro 87 de la carretera RN14, rumbo a la zona afectada, donde nos impidieron paso por completo; ahí, un grupo de policías no dejó pasar a ningún medio, entre ellos, una televisora brasileña y un grupo de avanzada de brigadistas de México. La orden la había dado en la mañana la Conred, y los policías la acataban al pie de la letra.
Intentamos tomar una vereda con el vehículo doble que llevábamos, pero solo logramos avanzar unos kilómetros y había tope. Nuestro espíritu periodístico dio lo máximo, pero por alguna razón, que no hay que estar cuestionando, no llegamos hasta el punto.
La tarea pendiente era entregar directamente los víveres que llevábamos, pero nunca a la municipalidad, como pretendían. Por esa vereda, a una de las llantas se le metió un pedazo de madera de un tronco y tuvimos que ir al pinchazo, ahí el joven que nos atendió fue un ángel, porque no nos cobró y nos dijo: Yo los llevó donde hay varias familias necesitadas y así fue, fuimos a tres albergues y lo que llevábamos, como arte de magia, alcanzó para todos.
En la primera casa estaban unas 20 personas, todas del caserío El Provenir, quienes agradecieron los donativos de los lectores de La Voz de Xela. Uno de los hombres en el lugar casi pierde un pie al haberse pasado en lava viva.
En la segunda casa, otras 20 personas se encontraban hacinadas en un cuartito, todos familiares y vecinos de doña Clarita, con quien conversé en una transmisión en vivo y me narró las cosas más dolorosas que he oído en los últimos tiempos: Yo perdí a 42 miembros de mi familia, los contamos.
Si duele perder a un familiar, perder a 42 de un solo tiene que ser algo descomunal, sin nombre. Cuando yo vi, dice doña Clarita, venía bajando esa gran cosa (lava) y ya no dio tiempo de sacar a tantos niños que se quedaron ahí. Como ella, otros sobrevivientes recibieron la ayuda y donativos que nos confiaron como medio de comunicación.
Hay tantos testimonios e historias desgarradoras, por lo tanto, la ayuda tiene que seguir fluyendo, solo que, si van, busquen a los afectados directamente, no entreguen nada a la Municipalidad, porque tenemos fotos del desorden y de los alimentos en estado ya de descomposición.
Esto no tiene fin, y la calma no llega, pero apoyemos ordenadamente y con paciencia. ¡Gracias a los amigos y lectores que aportaron los víveres al centro de acopio de La Voz de Xela, porque fueron entregados hasta las manos de los damnificados. ¡Dios dé fortaleza a los deudos para salir adelante! ¡Dios bendiga a todos los rescatistas, voluntarios, donantes y colaboradores ante tan apocalíptico acontecimiento!
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación. CEO de La Voz de Xela, conferencista nacional e internacional y profesor universitario.