Ya pasó el proceso electoral, y el pueblo de Guatemala ya habló. Pero parece que hay un grupito que no quiere escuchar la voz del pueblo y se está empecinando en perseguir, atacar y amedrentar.
Yo estuviera de acuerdo en su terquedad, si la persecución fuera pareja, es decir, no solo en contra de un ente político; pero aquí es obvia su mala intención de querer interferir y desprestigiar el proceso electoral.
Ante este panorama no tan esperanzador, luego de las elecciones del pasado 20 de agosto, los guatemaltecos y las guatemaltecas tenemos que estar atentos para defender la democracia. Porque un sistema democrático no solo se reduce a participar en un proceso electoral y elegir libremente a las personas que el pueblo quiera que les gobierne, sino que es mucho más. Democracia es que las instituciones del Estado respeten la decisión hecha en las urnas y que colaboren para que este proceso no se vea amenazado y entorpecido por ningún ente personal e institucional.
En estos últimos días los y las guatemaltecas sólo estamos viendo cómo se mueven las piezas de los que no aceptan la decisión del pueblo. A puro tubo quieren bajarse a quienes han sido electos, y atacan por aquí y por allá, van y vienen comunicados, con la intención de entorpecer el proceso electoral.
Considero que los recursos que han sido destinados a los distintos entes de justicia están siendo mal utilizados, porque no se están invirtiendo en proyectos que en realidad valgan la pena y a luchar contra la corrupción, sino que se están invirtiendo en planes con fines particulares.
Y si de verdad se quiere investigar minuciosamente a los partidos políticos, pues que se haga con todos, y no sólo contra un partido que ha llevado a la presidencia a su binomio presidencial. Hasta en esto hay que ser justos.
Lo cierto es que Guatemala, luego de las recientes elecciones, en lugar de comenzar a trabajar juntos en el proceso de transición, está siendo testigo de la judializacion de la que ha sido objeto el proceso electoral.
El malestar de algunos que ven amenazados sus intereses particulares, ha sido tal, que, según los titulares de los medios de comunicación, hasta quieren atentar con la vida del binomio presidencial electo.
En este momento crucial para nuestro país, los cristianos tenemos que unirnos, para pedirle a Dios por nuestra Guatemala. En ese diálogo interno que tenga con Dios pídale por las circunstancias actuales de este país. Para que, con su gracia, los planes macabros se desmoronen, y los planes del reino de Dios, traducido en justicia y paz, sea una realidad.
Los buenos y honrados chapines queremos vivir en un país en donde se cultive la justicia, la paz y la unidad. Pero los primeros que tienen que comenzar a dar este ejemplo son quienes tienen el poder en sus manos. Los que nos gobiernan tienen que ser el modelo de una justicia justa y de una paz sin límites. Son los responsables de hacer cumplir las leyes, pero de una manera justa.
No queremos vivir en un país confrontado. Pero cuando vemos que el país está secuestrado por algunos con intereses nefastos, entonces, no podemos quedarnos callados. Y ellos deben estar conscientes de sus incoherencias y falta de ética en su manera de proceder y hacer justicia en Guatemala.
Mientras tanto, sigamos perseverando en nuestra lucha por construir una verdadera civilización del amor en un contexto adverso para ello. Sigamos resistiendo al mal a fuerza de bien. Nunca hay que perder la esperanza de que los guatemaltecos y guatemaltecas podemos vivir en armonía, justicia y paz.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.