José Molina Salazar, un artista visual quetzalteco, se propuso durante este mes de agosto explorar los límites del ser humano y hacer algo que ningún otro hombre o mujer había hecho hasta entonces: dibujar durante 80 horas continuas.
Comenzó su exploración el martes 1 de agosto de 2023 por la mañana y terminó el viernes 4, durante la noche, alentado por ciudadanos que se enteraron de lo que este artista estaba haciendo durante esa inolvidable semana.
Lo hecho por Salazar, considero, solo se puede lograr a través de una exploración interna, donde el cuerpo, la mente y las emociones deben tener la sensibilidad necesaria para aceptar estar predispuestos a hacer cosas extraordinarias.
Ese “algo más” de la unión de la suma de las partes del ser humano, deberá renunciar a muchos placeres y necesidades con la finalidad de vivir algo que nunca nadie antes ha sentido.
Claro que el artista busca el récord Guinness con su hazaña, pero sus verdaderas metas van más allá, según sus propias palabras: “Esta acción busca confrontar los límites sociales, psicológicos, políticos y físicos, siempre propiciando la reflexión del espectador sobre el porqué de la existencia del arte”.
Para estar predispuesto en este momento, José Molina recurrió al oficio de la meditación. Personalmente, me da una cátedra de cómo un corazón sereno, una mente llena de sensibilidad y unas manos dispuestas a trabajar pueden hacer cosas asombrosas, lo cual considero que concluyó a través de su meditación.
José Molina Salazar tiene claro que lo que ha hecho no puede resumirse en una frase. Pero nos deja, escrita por un monje zen del siglo XII, una que siempre repite y que lleva como consigna, y que ahora me servirá para emprender mi propia búsqueda hacia la serenidad y la sensibilidad:
“Solo cuando los movimientos de mi mano no son demasiado suaves ni demasiado violentos es cuando la idea de mi mente puede realizarse. Sin embargo, no puedo explicar esto con palabras. Hay una habilidad en ello que no puedo enseñar a mi hijo, ni él puede aprender de mí”.