No se trata de las travesuras, ni mucho menos que los niños muchas veces suelen hacer, no, esta vez nuevamente los niños migrantes, sin querer hicieron que casi el mundo entero se fijara en ellos y además pusiera las barbas en remojo, nada más y nada menos que, al mismísimo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Desde 1970, si no mal recuerdo, empezaron a migrar los compatriotas hacia los Estados Unidos, y obviamente en algunos casos iban acompañados de sus hijos menores de edad, la causa de dicha migración en aquellos años era la persecución política, pobreza y falta de oportunidad para llevar una vida más decorosa, más humana. Han pasado casi 50 años, y hoy más que nunca la migración hacia el país más poderoso del mundo, lejos de disminuir se ha acrecentado en cifras alarmantes, se calcula que en ese país hay más de tres millones de guatemaltecos, la mayoría vive indocumentada –solo 11,773 tienen residencia permanente–, eso los hace propensos a vivir pesadillas inhumanas por su condición de inmigrante indocumentado. Otra gran cantidad de personas no logran pisar suelo “americano”, son capturados, torturados y devueltos al país, y los que menos suerte tienen encuentran la muerte a manos de la propia policía migratoria o al cruzar el desierto, el río, etc., así resumido, es la historia de miles y miles de guatemaltecos que a diario emprenden este peligroso viaje. Las causas de la migración de hoy –año 2018–, es la misma: pobreza y pobreza extrema, falta de empleo, persecución política, condiciones infrahumanas para llevar una vida digna de un ser humano.
Entonces, ¿el problema es por los niños? No, nuevamente se pone sobre el tapete las desigualdades sociales, políticas, económicas, incluso religiosas.
En menos de 20 días se suscitaron dos acontecimientos de grandes proporciones que han hecho temblar los cimientos de la corrupción en Guatemala –volcán de Fuego y niños migrantes separados de sus padres–. El mundo diplomático, político, deportivo, artístico, etc. se ha solidarizado con Guatemala, sobre todo contra la decisión aberrante de Donald Trump y su política «tolerancia cero», contra la migración ilegal, es decir, separar a los niños de sus padres al ser capturados los padres en territorio estadounidense, por no portar documentos. Como no es de extrañar, el único ser vivo que lejos de ayudar estorba, es precisamente Jimmy Morales y su camarilla de ineptos y corruptos, cómo es posible que lejos de alzar la voz para protestar contra las arbitrariedades inhumanas de Donald Trump, las avala y sobre todo las toma como políticas propias de Guatemala. Por Dios, qué clase de gobernante tenemos, ¡estamos a las expensas de la política exterior de otro aprendiz de presidente!
Señores políticos de primer y tercer mundo, no la jodan por Dios, dejen por un momento sus ambiciones políticas y económicas, no negocien ni mercadeen con la dignidad de los niños, ustedes mejor que nadie saben, o por lo menos deberían saber, cuáles son las verdaderas causas del fenómeno de la migración, denle solución a esas causas, pero no a expensas del sufrimiento y violentando flagrantemente los derechos de los niños, un niño jamás debe ser encarcelado. Por otro lado, señores cristianos, asociaciones, iglesias, etc., nosotros que defendemos a capa y espada la vida humana desde su concepción, por favor, unámonos para exigir a nuestras autoridades cambios estructurales y radicales, que terminen o por lo menos que mengüen con las injusticias sociales, causas principales de la migración a gran escala. ¿O acaso solo nos interesan las estadísticas económicas de los migrantes?
“Esto lo sabemos, la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra”. Carta del jefe indio Seatle.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.