En el mundo hay soberbia de sobra. Este antivalor o pecado, es la causa de todos los demás vicios existentes entre los humanos. La soberbia es la causa de de la prostitución política, de la hipocresía farisaica dentro de la iglesia y la causa seductora de quienes quieren vivir al margen de Dios. Se requiere de una verdadera revolución interior y de un buen proceso de conversión, para comenzar a gestar cambios positivos en la propia vida y en la realidad en la que actualmente se vive.
La debacle axiológica de la sociedad actual, en Guatemala y en otras partes del mundo, se debe a la falta de conciencia sobre los motivos por los cuales vivimos en este mundo. Si Dios me permitió existir, es porque Él quiere que yo sea un ser de transformación, poniendo al servicio de mi prójimo las capacidades innatas que hay en mí.
El mundo moderno necesita de mí, necesita ser más humano, pero para ser más humano, los humanos deben ser realmente humanos. Es justo hacer todo lo posible por vivir en un mundo en donde reine la paz, armonía, libertad y verdad. Hemos venido a humanizar a los que se han dejado deshumanizar por esos deseos desordenados de que “quien me las debe me las paga”, y de ese deseo desordenado de soberbia que engrandece a quienes la padecen.
Como cristianos, todos y todas queremos ser buenas personas, queremos ser santos, queremos transformar esos espacios en donde estamos todos los días. Pero para poder ser personas que de verdad generen cambios en la sociedad actual, es indispensable comenzar a destruir y desmoronar el muro de la soberbia y del orgullo, tan enraizado en el corazón de hombres y mujeres.
Una persona soberbia es aquella que se complace a sí mismo y menosprecia a los otros. Se cree mejor que los demás, y más importante que sus semejantes. Le gusta enaltecerse hablando de sus logros, pensando que como él o ella no hay nadie más. El soberbio disfruta cuando sus adversarios fracasan por cualquier motivo. Es decir, se alegra de la derrota ajena. Cree que tiene siempre la razón, por lo que jamás acepta sus equivocaciones. Le cuesta pedir una disculpa, puesto que, según él, los demás tienen la culpa de lo que se le culpa. Una persona soberbia no soporta que los otros sobresalgan y alcancen sus metas. En realidad, son unos malvados.
La soberbia está en todas partes: en la política, en los organismos del Estado, en la iglesia, en los grupos y hasta en las familias. Un ejemplo de soberbia política es el hecho de que, luego de tres semanas, una candidata no acepte la derrota en las urnas. La soberbia jurídica está en el Ministerio Público, simbolizada en un fiscal que disque sólo obedece a la constitución política de Guatemala, cuando todos sabemos que ha pisoteado las leyes a su antojo. Y cuando le habló a Luis Almagro, su soberbia le salió a flote. La soberbia le hizo creerse todo un pavorreal frente al secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La mejor medicina para contrarrestar el cáncer de la soberbia, es la humildad y la empatía social. La humildad es una virtud esencial en el desempeño de nuestro trabajo de cada día. Es la virtud que nos va a permitir aceptar que no siempre tenemos la razón y que es de sabios el aceptar que nos equivocamos. La soberbia es una trampa seductora capaz de hacer caer hasta el más sabio. Nosotros seamos los más humildes entre los humildes de la tierra.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.