Podemos estar mucho tiempo imaginando y soñando con tener una empresa propia, con llegar algún día a ser independientes, pero lo difícil, e inclusive aterrador, viene cuando llega el día en que debemos tomar la decisión de dejar nuestro trabajo actual como dependientes y dar el paso hacia la independencia; ese paso que durante mucho tiempo hemos estado soñando y anhelando.
Es en ese preciso instante cuando nos damos cuenta que dar ese paso implica dejar atrás muchas de las cosas a las que estábamos acostumbrados. Implica dejar la seguridad de recibir un sueldo mensual fijo, de tener un trabajo estable donde podemos tomar vacaciones, salir de licencia, recibir beneficios laborales y todo lo que conlleva tener un trabajo como dependiente; donde sabemos que a fin de mes tendremos dinero en la cuenta que nos ayudará a pagar los gastos que tenemos, y vivir, de cierto modo, económicamente tranquilos.
Sabemos que dar el gran paso implica que, a partir de ahora, absolutamente todos los ingresos que generaremos dependerán de nosotros mismos, lo hagamos bien o lo hagamos mal; por tal razón, es vital que tengamos claro por dónde vamos a empezar, seguramente muchas ideas nos vendrán a la cabeza, sin saber cómo organizarlas.
Podemos iniciar por responder una pregunta sencilla: ¿Y entonces… qué? Esta pregunta surge cuando detectamos o predecimos una tendencia, y nos preguntamos acerca de sus consecuencias. Funciona más o menos así, “todo el mundo tendrá teléfono con cámara y acceso a internet”, ¿y entonces … qué? “Pues entonces la gente podrá hacer fotografías y compartirlas”, ¿y entonces … qué? “Deberíamos crear una aplicación para que las personas puedan subir sus fotos y puntuar las de los demás” … Así de simple, solo respondiendo esta sencilla pregunta es cómo surge Instagram.
¿Verdad que es interesante? Este método está impulsado por la curiosidad intelectual y el descubrimiento casual. Acá es donde podemos encontrar nuestro punto óptimo acorde a la experiencia que tengamos, las oportunidades que se generen y la pasión con que lo vamos a realizar; si encontramos un balance entre estos tres factores, podremos encontrar nuestra ventaja competitiva.
Para que una iniciativa nueva funcione hace falta un equipo, por lo que reunirnos con amigos talentosos para iniciar puede ser muy provechoso. Si creamos algo que satisfaga una necesidad real, seguramente obtendremos también dinero, además, que una startup adquiera sentido significa que ayudamos a convertir el mundo en un lugar mejor.
Es probable y bastante cierto que cuando veamos la primera versión de nuestro producto nos sintamos avergonzados, pero en absoluto, son cosas que le pasan a todo el mundo. La primera versión de un producto siempre estará llena de fallos y su evolución es tan importante como sus inicios, perdería valor de no ser así. Por lo tanto, comencemos e intentemos fallar cuantas veces sea necesario en el proceso, equivoquémonos lo más rápido que podamos y aprendamos pronto de nuestros errores, es la única manera de dar inicio a algo grandioso.
Echemos a andar nuestras ideas, no tengamos miedo de hacer cosas distintas al resto. No tengamos miedo de seguir lo que nos dice el corazón y la intuición. Hay que vivir nuestras propias experiencias, de éxito o fracaso, hay que seguir adelante si así lo queremos. Sentimos que es nuestro momento de emprender, y así hay que hacerlo, hay que concretarlo. Que no quede solo en un sueño o anhelo, debemos materializarlo.
Si al final de todo, no se logra lo que se quiso o las cosas no salieron bien, hay que tomarlo como un aprendizaje que nos ayudará a hacer las cosas mejores en el futuro, pero nunca dejemos de apuntar hacia el objetivo de tener algo propio, donde lo que hagamos será por nosotros y para nosotros.
Mercadóloga especialista en Gestión de Proyectos. Capacitadora, motivadora, estratega y analista empresarial.