Autor: Porfirio Barba-Jacob
(Poeta colombiano)
I
A un numen fuerte, un fúlgido milagro:
Del domo de los cielos se desprendió una estrella,
Y su visión fue trazo de la belleza suma:
¡con inflamados besos dio un iris a la bruma
E iluminó las almas la mística centella!
¿Y a dónde caería? Los bardos de aquel tiempo
cantaban en sus rimas la ciudad memorada,
donde se vio el prodigio arder, fluir, caer.
Era un monte. Subiendo ese espacioso monte,
Un limo que sería la pulpa en la granada.
Cimera aún, la roca silenciosa y nevada.,
Y después horizonte… horizonte… horizonte…
¿A dónde caería
la gema azul, rodando desde el collar del día?
¡oh, quién mirar pudiese la sombra iluminada
y como abierta en lampos de una aurora sagrada!
II
Ciudad feliz, aroádica de honrado amor se engríe
porque la blonda tránsfuga de nívea luz la baña;
en su ilusión de estrella sus nácares deslíe;
los hombres que la vieron los nutre su montaña…
Sus albas aún evocan auri-azulina huella;
quiere la ciudad clara el sueño blando,
la Musa libre, el alma señora en su querella
y labora cantando y esperando…
Aún piensa ver la sombra iluminada,
cual si se abriera en lampos de una aurora sagrada…
Y persiguiendo el brillo de la fugaz estela,
el éter vacuo, inmenso, contempla de hito en hito…
Un pueblo, cómo mira los ámbitos y anhela
No sabe qué… -¡Belleza del lúgubre infinito!
¡Qué noche, noche ustoria que conmovió la vida
y enardeció las almas y depuró el dolor.
cuando cruzaba el cielo la lágrima encendida!
¡Qué fulgido milagro, qué lírico estupor!
A quien miró la estrella con mirar arrobado,
Hasta el pensar la lumbre le tiene diademado
Y un brillo de la lumbre lleva en la mente opreso:
El beso de la luz casi ni oprime,
Con ser un tibio y tremulante beso…
Tú por la estrella errante de un sueño embelesado:
¡vivir es una experiencia sublime!,
¡vivir es un ejercicio sagrado!
III
Abejas zumbadoras. Maíz que está granando,
canciones a la tarde, cuando se sueña y cuando
el polvo de los astros fulgura en lo vacío…
Ha de brillar de nuevo la mística centella,
Rielando entre las aguas del nemoroso río…
¡Sé tú, Quetzaltenango, la Ciudad de la Estrella!
–La Nueva Tribuna, Quetzaltenango,
30 de marzo de 1930.