Según Boecio (480-527 d. C.), la persona “es una sustancia individual de naturaleza racional, que desde que nace hasta que muere tiene la oportunidad de educar su inteligencia y voluntad; de formarse en valores morales y espirituales, para desempeñar mejor su vocación y profesión.
Una educación integral permite a hombres y mujeres elegir bien su vocación y desempeñar con excelencia su profesión. Entonces ¿Qué pasa con aquellas personas que “a leguas” se les nota que no disfrutan lo que han elegido? ¿Será que no fueron bien educadas? Aquí es donde entra el papel de los padres de familia, porque mucho de lo que se es en la vida adulta, ha sido asimilado en el hogar. Lo cierto es que una excelente formación y educación abre puertas que permiten ver horizontes jamás vistos.
Sin embargo, algunos sujetos de la educación (profesores, padres de familia y alumnos) no están trabajando por una educación de calidad, sino solo por un título. Si los docentes y padres de familia no educan a conciencia, y si los alumnos no estudian a conciencia, tanto dentro como fuera de los centros educativos, seguirá saliendo cantidad, pero no calidad de profesionales. El problema saldrá a luz cuando estos guatemaltecos estén desempeñando su profesión en algún espacio de la sociedad, y no lo hagan de manera extraordinaria.
Cuando un profesional no ha sido formado integralmente, no le interesa el bien común de sus clientes. Lo que sí le interesa a este profesional mediocre es el dinero de sus clientes. Hay profesionales que se inventan cualquier cosa con tal de no dejarlos ir. ¡Qué triste!
Con lo mencionado en el párrafo anterior, no estoy diciendo que regalen su trabajo, no. Lo que quiero decir es que sean justos con sus clientes y que no se aprovechen. Para quienes tenemos la dicha de haber salido graduados de una universidad, les digo: no sangremos a la gente, seamos justos, porque la medida que utilicemos para medir a los demás, esa misma será usada para medirnos a nosotros mismos. Tratemos a los demás como queremos ser tratados. Dice el refrán: A todo cerdo le llega su sábado. Hay que ser justos.
La mayoría de las profesiones tiene un Código de Ética Profesional, en el cual aparecen las virtudes a potencializar en el área profesional: decoro, vivir con responsabilidad, empatía, actualización constante, trato justo y equitativo, no discriminación, confidencialidad, etc. Los códigos son claros en afirmar que se tiene que desempeñar la profesión respetando la dignidad de las personas, promoviendo el bien de las mismas. ¿Cuál es la realidad? ¿Conoce a algún profesional que se haya aprovechado de usted?
Hay que discernir bien lo que se está haciendo. Según el Diccionario de la Real Academia, discernir es distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo. Discierna su vida y su entorno a la luz de la fe, los valores éticos y el amor.
Recuerde que Guatemala necesita hombres y mujeres, más que instruidos, educados. Conozco a muchos profesionales “bien instruidos”, pero que en sus relaciones con los demás son “muy mal educados”. Hay diferencia entre ser “instruido” y ser “educado”. Instrucción no es sinónimo de educación. Hay miles de personas instruidas, pero son unos patanes en sus relaciones interpersonales.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.