La eterna búsqueda del ser humano es, para romper la soledad.
La persona que está en paz y a gusto consigo misma, cuando está sola, está con buen amigo, se escucha a sí misma, siente armonía interior. La soledad y la privacía, no solo son algo muy bueno, sino que muy hermoso. Cuando le toca estar sola, está muy contenta, y cuando le toca estar acompañada, se siente afuera, en otro lado.
En esta armonía interior, no es que tenga resuelto todos sus problemas o que esté libre de sentir necesidades, incluso anhelo de compañía. Está contenta con ir resolviendo a como pueda, satisfecha con los avances y con lo que falta por avanzar.
Al escucharse a sí misma, enfrenta su ruido interior, ese que al principio no le deja disfrutar de su soledad, pero luego se va callando y va surgiendo ese vacío, ese espacio donde puede bailar su armonía, su ser, su felicidad. No hace falta que le invoque, el gozo llega por sí solo y solo.
La persona que le teme a la soledad, realmente no le teme a ella, sino al fuego ruidoso que se encuentra en la puerta del silencio. No se atreve a saltar esas llamas, porque cree que le puede quemar. Sin embargo, calientan pero no queman, asustan pero no tuestan.
Por andar huyendo a la soledad corre el riesgo de vivir con una compañía que le hace sentirse más sola. Se somete, se obsesionan e incluso manipula a los demás para no perderles, o que no le dejen perdida. La persona que tiene pavor a la soledad, le ofrece apresuradamente la mano a quien se encuentre.
Por tener miedo a ser abandonada en el futuro, no goza del presente. Muchas personas creen que para ser felices necesitan compañía. Usted no busque pareja cuando sienta necesidad, sino cuando se sienta preparada. No llame amor a cualquier compañía. “Más vale sola que mal acompañada” reza el refrán. Andar solo no significa sentirse solo, estar solo no significa estar abandonado. Asustarse de propia compañía, es como asustarse de propia sombra.
Acérquese a su ser, usted es su mejor compañía. No pretenda llenar el vacío que sintió cuando era niño o niña, o sentirse hoy protegido para consolar al niño abandonado que en un momento fue. Le dejo la siguiente frase de Jung para que reflexione: “La soledad es adictiva, una vez te das cuenta cuanta paz encuentras en ella, ya no quieres lidiar con la gente”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo