PUNTUAL
En los dos pulsos que se ha echado el gobierno con la ciudadanía, en los dos ha ganado el pueblo de Guatemala.
Las manifestaciones son buenas, si tienen un claro propósito, como en este 2020. Dos sábados fueron suficientes para frenar, en parte, el abuso de autoridad en el que ha caído el gobierno que dirige Alejandro Giammattei.
Primero fue un freno al presupuesto del 2021 que había desatendido unas necesidades y prioridades, luego, el anuncio del cierre del Centro de Gobierno, creado por Giammattei para sus fines muy cercanos con Miguel Martínez a cargo.
El vicepresidente Guillermo Castillo pondrá en su informe para la historia que casi un año estuvo de manos atadas y con limitaciones en sus funciones porque el «superpoder» lo tenían desde el llamado Centro de Gobierno, aislándolo y casi burlándose de él a pesar de haber sido electo por voto popular.
La decisión de Giammattei es caso a regañadientes o a empujones porque hoy en la conferencia de prensa lo dejo para de último y casi ni lo decía, tuvo que volver al podio porque se lo recordaron. En realidad, es algo que nunca se imaginó decir: se ordena cerrar el Centro de Gobierno a partir del 31 de diciembre de este año. Si fuera buena voluntad, lo debería cerrar inmediatamente. Algo así como Fonapaz en los tiempos del Patriota y Otto Pérez Molina, cerrándolo de tajo porque ya se los llevaba la corriente y finalmente se los llevó.
No me convence el cierre de Centro de Gobierno porque sería un hecho que todos los que ahí están, los reubiquen en otros puestos y lo peor sería que ya sin cargo, el encargado siga dando órdenes.
Muchas voces quieren más, quieren una cirugía profunda al gobierno y sus caudillos, y al Congreso y sus inquilinos.
Atención porque el cierre de Centro de Gobierno no es lo que querían los gobernantes, pero se ven obligados, porque la fuerza del pueblo es la única que nadie la detiene, por una razón muy poderosa: están en la razón.
De aquí en adelante este gobierno le tiene que hacer caso a la fuerza de la ciudadanía, porque la fiscalización no se detendrá, mientras que si quieren terminar su periodo deberán ser consecuentes y hacer lo que dicen, no solo aparentarlo.
La Contraloría General de Cuentas tiene una tarea grande, revisar que se hizo en estos casi 12 meses que se le quitaron las atribuciones al vicepresidente Castillo y ver si realmente se las devolverán.
Con el cierre del Centro de Gobierno las cosas no terminan, por el contrario, la ciudadanía sabe que exigiendo se puede poner un alto a los abusos del poder.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación. CEO de La Voz de Xela, conferencista nacional e internacional y profesor universitario.