En un reconocimiento a su prolífica oferta educativa, la ciudad de Quetzaltenango ha sido oficialmente declarada Ciudad del Conocimiento en 2024, albergando diez prestigiosas universidades. Este título refleja una rica historia de compromiso con la educación superior que se remonta al siglo XIX.
La historia de la educación superior en Quetzaltenango se inicia con la fundación de la Universidad de Occidente el 20 de noviembre de 1876, bajo el Decreto No. 167, durante la presidencia del General Justo Rufino Barrios. Abriendo sus puertas en 1877, esta institución ofrecía estudios en Derecho y Notariado, Medicina y Farmacia, y fue liderada por el Dr. Manuel Aparicio, su primer rector. Sin embargo, la Universidad tuvo una existencia efímera, pues un decreto en 1879 ordenó su cierre, transformándola en Escuelas Facultativas bajo el control del Ministerio de Instrucción Pública.
El historiador Roberto Gutiérrez Martínez destaca que la creación de la Universidad de Occidente representó un sueño hecho realidad para la región. Funcionó inicialmente en el Instituto Normal para Varones de Occidente (INVO) y luego en su propio edificio en la 6 calle y 10 avenida de la zona 1. Su financiación provenía de los ingresos por Alcabala (tributos) de departamentos cercanos.
Entre sus alumnos más destacados estuvo Manuel Estrada Cabrera, quien se graduó como abogado y notario. También fue el mismo Estrada Cabrera, ya presidente, quien prohibió la reconstrucción de la Universidad tras los daños causados por el terremoto de 1902. Su decisión se debió, según se cuenta, a la oposición política que encontró entre los docentes y estudiantes de la institución.
A pesar de estos desafíos iniciales, el espíritu educativo en Quetzaltenango no se extinguió, al contario, continua evolucionando. Hoy, la ciudad celebra un vibrante ecosistema académico con diez universidades que abarcan una amplia gama de disciplinas, consolidando su reputación como un faro de conocimiento y aprendizaje en Guatemala. Esta distinción como Ciudad del Conocimiento no solo reconoce el presente, sino que se compromete a un futuro lleno de investigación por parte de las casas de estudios superiores.