El deterioro de las condiciones sociales en Guatemala, la negligencia, delincuencia y la impunidad, generan inseguridad, y nos obligan a informarnos y actualizarnos.
Es increíble el punto hasta donde ha llegado nuestro país, soy un indignado y víctima más de los que vivimos en Guatemala y nos damos cuenta en realidad que no existe justicia, no hay conciencia ciudadana y somos un pueblo ignorante que siempre vota por las mismas ratas, sinvergüenzas y hasta elegimos a delincuentes.
Cuando no se tienen los suficientes recursos para defenderse, lo mejor es poner en práctica estas acciones: Bajar el perfil, no seguir costumbres o rutinas diarias, tener teléfonos de emergencia (como la Policía Nacional Civil 110)- aunque con esa identidad da más miedo que seguridad-; es pura lógica, de nada sirve aumentar el número de efectivos y dotarlos de mayores herramientas si no son aptos para cumplir con la función que se les asigna como “guardianes del orden”.
Recordemos cuanto más preparados estemos más cuidadosos seremos, menos probabilidades habrá de ser víctima de algún hecho delictivo. Por supuesto nadie tiene la fórmula mágica para acabar con la delincuencia que ocurre en nuestro país, pero si tendremos que tomar medidas preventivas altamente efectivas contra la delincuencia que acosa cada día más a los chapines honrados; más allá de las anécdotas y relatos de inseguridad, la falta de una fuerza de seguridad pública eficiente, y la falencia de la “justicia” provoca que toda la región recaiga en la ley de la selva, y que cada uno haga justicia como sea aunque sea por mano propia y nos convertimos en parte de la inseguridad y regidos por la ley del Talión, Ojo por ojo, diente por diente. Queda claro que la educación juega un papel muy importante en la seguridad podríamos decir que es vital. Los niños a quienes tenemos que empezar a instruirles desde pequeños sobre que existen personas buenas y otras malas.
Vivimos en un país de alto riesgo ante los delincuentes, pandemia y fin de circunstancias, esa es una realidad que no podemos desconocer, por eso vale más el conocimiento que la valentía, la precaución que la osadía, en otras palabras, vale mucho saber “Cómo protegernos”.