¿Qué no daría usted por encontrar esas palabras mágicas que le permitieran conseguir de otros lo que espera, sin que los demás se sientan manipulados u obligados?
Esas palabras mágicas existen y hoy voy a explicarle cómo puede conseguir que sus mensajes correspondan exactamente con lo que desea su corazón, para que pueda darlo a entender con propiedad a sus lectores o escuchas.
A lo largo de estas semanas hemos hablado de la importancia que tiene el propósito en un mensaje, de las dificultades que se nos pueden presentar cuando tenemos un texto por encargo y no sabemos que escribir, y de las consideraciones previas que debemos tener para que nuestras ideas se transmitan con claridad.
Todo esto es importante y hay que añadir algo más: debemos saber que no todas las combinaciones de palabras ofrecen la misma función. Cuando hablamos de función es precisamente la manera en la que utilizamos las palabras y las combinaciones de palabras en un mensaje, ya que se puede expresar algo y dar a entender otra cosa.
Pensemos que nuestra comunicación no siempre es la misma y que a las palabras que utilizamos no siempre las conducimos del mismo modo.
Preguntémonos por un momento: ¿Cuál es la función de un automóvil?, ¿cuál la de un tenedor?; inmediatamente respondemos a la primera: transportar personas o mercancías de un punto a otro; y podemos decir que un tenedor es una herramienta que empleamos para trasladar la comida del plato a la boca.
Sin duda un gracioso nos puede sugerir que también podríamos utilizar el automóvil como habitación, y el tenedor para desatornillar de una tabla; pero no por ello estaremos usando estas “herramientas con un propósito adecuado” e incluso en nuestro afán por encontrar una función adicional podríamos llegar a distorsionarlas o dejarlas en desuso.
Hablemos ahora de las funciones del lenguaje o de nuestra comunicación; existen seis tipos de mensajes, por su función, que podemos enviar a quienes nos leen o nos escuchan; y estas funciones guían nuestra intención en un mensaje.
El primer tipo de mensaje corresponde a los mensajes objetivos o referenciales; que ocurren cuando damos a conocer algo que existe; cuando describimos sin involucrar nuestros sentimientos o apreciaciones sobre algo; ejemplo de esto pude ser un informe de resultados, una noticia o un parte policial.
Nuestra misión es referirle algo a nuestro lector tal y como ha ocurrido y por lo tanto debemos dejar de lado las emociones. Este tipo de función es la preferida de los textos científicos pues aquello que compartimos se puede comprobar y contrastar con la realidad sin temor a que lo irreal se interponga.
El segundo tipo de mensaje llega gracias a la función emotiva; cuando nuestro interés es transmitir aquello que sentimos o lo que pensamos de una situación, un objeto o una persona; empleamos la función emotiva.
Calificamos algo como bello o feo, malo o bueno, deseable o detestable.
Calificamos lo que estamos explicando y no somos objetivos sino subjetivos; esto ocurre cuando nos preguntan nuestra opinión sobre la última película que vimos, o un viaje; o cuando queremos convencer a alguien de vivir una experiencia, amar u odiar algo utilizamos la función emotiva para respaldar nuestros argumentos.
Esta función es muy efectiva, pues todo ser humano puede identificarse con los deseos o sentimientos de otra persona.
Ocurre también la tercera función, también llamada connotativa o conminativa, y es la que utilizamos cuando damos un discurso y queremos convencer a nuestros receptores para que participen o tomen acción; nuestro interés ya no es solo explicar a alguien en que consiste algo; no queremos que sienta únicamente nuestras emociones, sino que nos interesa que como nosotros también se indigne o se motive para actuar.
La publicidad suele usar este tipo de función, y en marketing se le conoce como call to action; cuando queremos que quien vea el anuncio interactúe con nuestro mensaje o tome determinada acción: beba vino espumoso la fortuna; dale like si te gustó este video; comparte con tus amigos y etiquétalos en esta publicación para ganar una televisión; por dar algunos ejemplos de como utilizar esta función.
Una de mis favoritas es la función fática, y aunque usted no lo crea es quizá una de las que más utiliza a diario; este tipo de mensajes son los que transmitimos cuando queremos saber si estamos siendo escuchados. ¿Nada cae peor que no ser escuchado cuando uno tiene algo importante que decir?; utilice la función fática y dígales a sus lectores: ¡Atención!
La usamos para afirmar, detener o mantener una comunicación con alguien más: saludos, cierres o interjecciones son utilizados: ¡Hola!, ¡Adiós!, ¿Me escucha?, ¿Aló?, mmm, mjm, si pues, ¿entonces qué te dijo?.
Las dos últimas son muy sencillas, para comenzar tenemos la función poética; esta ocurre cuando queremos expresar un mensaje de forma bella.
Las novelas o los poemas utilizan la función poética; su finalidad es entretener o cautivar con las palabras. Aunque no la empleamos todos los días, somos capaces de reconocer cuando una oración o un texto salen de lenguaje cotidiano, y son expresiones artísticas. Nadie va por la calle diciéndole a su vecina: esta mañana tan serena, vecina, usted ha opacado al sol con el resplandor de su belleza.
Por último, está la función metalingüística; que he utilizado en todo este artículo, corresponde a explicar utilizando el lenguaje (las palabras y todo lo que conlleva) para explicar cómo funciona el lenguaje mismo; cuando le explicamos a alguien por qué una palabra lleva o no lleva tilde, cuando debemos utilizar coma o punto y coma, por qué quien realiza la acción es el sujeto en una oración; o tome de ejemplo cuando ha orientado a un extranjero para pronunciar bien una palabra y adicionalmente le ha explicado su error.
Conocer bien las funciones del lenguaje nos permiten saber que enfoque tomar a la hora de expresarnos; un buen texto podrá tener más de una de estas funciones, así que al tomar conciencia de su existencia sabremos distinguir cual es el mejor momento para emplearlas.
(Ciudad de Guatemala, 1990) Licenciado en Letras, escritor y editor. Para él la comunicación y la literatura son puentes para construir un mundo mejor. La historia y las tradiciones son el mejor recurso en tiempos de crísis. Tiene publicado dos libros Gestion de Proyectos (2019) e Irreverencias (2019). Ha ejercido como docente y corrector de estilo desde hace más de cinco años.