Hay jugadores que dejan huella en algunos clubes, este es el caso del hombre que anotó el Gol de Oro en aquella grandiosa final bautizada “El Pedredazo” en 1996.
El inicio de esta semana comenzábamos con la triste noticia de que el hondureño Mariano Crisanto padece actualmente de una enfermedad terminal, cáncer en el páncreas, algo lamentable, porque también se pedían fondos ya que la familia pasa por problemas económicos.
Primero escribiré cómo fue que Mariano vino a Xelajú MC, luego sobre qué lecciones nos siguen dejando estas situaciones.
Era el año 1996 en el futbol de Guatemala, era la segunda vuelta ya del Torneo, en ese momento habían 4 jugadores extranjeros: los ticos Alberto Solano, Jimmy Vargas, Roberto Aguilar y por último Sergio Chávez. Luego se incorporó Fernando Patterson.
En ese entonces se jugaban con cinco extranjeros. Equipos grandes naturalizaban jugadores no nacidos en Guatemala y competían con más. Esa “moda” comenzaba en ese entonces, cabalmente fue la época que los ticos abrieron mercado en el país, porque ya al año siguiente comenzaron a traer otros equipo -como Municipal-, a Frander Segura y a Reynaldo Parks quien luego triunfó en México.
Era ya la medianía de la segunda vuelta (antes se jugaba un torneo largo al año y eran 2 o 3 vueltas, todos contra todos) y apareció un jugador de personalidad humilde, quizá desconocido. Era un hondureño y quería una prueba, no era un Dolmo Flores, ni un Nicolas Suazo, quienes ya habían venido a Guatemala. Al final se tenía un presupuesto ya limitado, la casilla estaba libre y todo encajó para que se quedara, a parte de parecerle al técnico tico Marvin Rodríguez, porque tal vez vio a un hombre fuerte, como una opción de cambio, para el choque en el frente.
Mariano entraba solo de cambio, no era un titular indiscutible, era un as bajo la manga para el “Viejo Zorro” del futbol centroamericano Marvin Rodríguez.
Hizo unos cuantos goles, pero él se hizo grande en la final, porque hizo el gol más importante quizá de toda su vida. Él dejó grabado su nombre con letras de oro en la institución Xelajú MC: él anoto el GOL DE ORO en aquella famosa final de 1996, partido de vuelta entre Comunicaciones y los Chivos.
Yo estaba esa mañana en las gradas del estadio La Pedrera, por momentos estábamos resignados a perder el título, era un dominio casi total de los Cremas, los Chivos aguantaron todo el partido con el 1 – 0 en contra, eso nos daba el “chance” para irnos a tiempos extras y quizá seguir defendiéndonos y salvándonos del ataque crema para quedarnos con la esperanza de pelear el titulo desde los penales.
Nunca nos imaginábamos esa gran jugada en el minuto 97 de tiempos extras. Allí se aplicaba aquellos de quien metía gol ganaba automáticamente y se acababa el juego. Eso hacia más emocionante esa regla.
Más de 25 mil aficionados, estadio totalmente lleno, se jugaba de visitante, todo era un marco impresionante, Mariano Crisanto había entrado de cambio en el segundo tiempo, era el marco perfecto para que cualquiera de los jugadores que estaban allí se hiciera grande. Dios le concedió la fortuna a él de marcar historia en otro país.
Fue un pelotazo largo de René Villavicencio hacia el frente. Crisanto se desmarcó como los grandes, corrió hacia el frente, espero que picara dos veces el balón y con un potente remate, inatajable, la colocó en el ángulo superior derecho del arquero Byron Álvarez y le dio después de 16 años de “sequía” el tercer titulo en la historia al Club Xelajú MC.
A él solo le bastó una jugada para hacerse grande y no haber pasado desapercibido su paso en el futbol de Guatemala, muchos lloramos esa vez, pero fue de alegría. Crisanto nos dio una felicidad en ese momento que no tenía comparación alguna. Era un equipo humilde, con extranjeros que trajeron del anonimato y que a partir de allí hicieron un nombre. Enfrente había una planilla de Comunicaciones, quizá ocho veces más cara, pero se demostró que el dinero no lo hace todo, por tal razón a ese campeonato ganado se le denominó “El título de la humildad”.
Por esas razones en vida hay que reconocerles a las personas y a veces no lo hacemos, por tal motivo hoy reconozco y agradezco a la Junta Directiva del 2014 encabezada por Francisco Santos, haberle otorgado la “Orden Mario Camposeco”. Esa fue una noche mágica en el Teatro Municipal. Fue un 26 de febrero del 2014, trajeron desde Honduras a Mariano Crisanto, ídolo para muchos de nosotros que disfrutamos ese título, un subcampeonato no hubiera sido lo mismo, él nos dio una alegría que en 16 años no habíamos pasado.
Queda una lección buena la de condecorar en vida, pero queda otra lección dura, la de no ahorrar en épocas de gloria, ni tampoco estudiar o tener algún otro oficio aparte de ser futbolista.
Cuando el jugador sobrepasa los 40 años ya su vida en el deporte termina, por esa razón ellos “ganan bien” en ese lapso, lo malo es que la mayoría es muy consumista y no piensa en el futuro, en la vejez. Es allí el mínimo común denominador de muchos futbolistas que paralelamente mientras juegan profesionalmente no piensan en el futuro.
Muchos de ellos compran buenos carros, ropa de moda, buena vida, pero no ahorran, ni estudian para el futuro, es allí donde nuestras estrellas dependen de donativos de personas. No sé si el hijo de Mariano, Wilver Crisanto, quien hasta jugó en Argentina y ha estado en procesos de Selección Nacional, tenga una solvencia económica, porque el llegó a otras latitudes económicas que el papá nunca logró, pero estos casos dejan a la reflexión para que los actuales futbolistas siempre piensen en su futuro y no solamente disfruten su presente.
Sabemos que todo está en las manos de Dios, Mariano. Has dejado una huella imborrable en nuestra tierra y te agradeceremos siempre ese titulo que nos brindaste a través del Gol de Oro en un mediodía del 2 de Junio de 1996.
Gracias por todo “Negrito” como cariñosamente se le decía en la institución.