En este camino de la vida hay un poco de todo. Hombres y mujeres somos testigos de los desmadres en la sociedad actual. Estamos expuestos a todo. A veces uno está tranquilo, y de repente un chisme, una crítica destructiva o alguna difamación sale a relucir. Y en esos momentos tenemos que ser fuertes para no sucumbir ante las malas intenciones de quienes se dedican a hacer daño a sus semejantes.
Y uno se pregunta ¿Qué he hecho de malo para que todo esto me suceda? ¿Qué pasará con quienes se dedican hacer daño? ¿Cómo alguien se presta para afirmar cosas falsas de uno o de otra persona? La respuesta es simple: se es libre. Delante de nosotros tenemos el bien o el mal; y algunos, por ser libres, eligen conducirse en la vida con antivalores. Se habitúan a ser moscas y a llevar su veneno de un lado a otro.
No necesitamos haber hecho nada malo, para ser criticados injustamente. Normalmente la envidia surge porque usted está haciendo las cosas bien. Son esas cosas buenas las que provocan envidia e ira por parte de quienes viven en la mediocridad. ¿Qué pasará con estas personas tipo mosca? Pues, tarde o temprano van a pagar, y con creces, cada una de las trampas que les hayan puesto a sus víctimas. Nadie se va de este mundo, sin que la vida le pase la factura. Sólo es cuestión de darle tiempo al tiempo.
Quien está mal consigo mismo, está más propenso a hacer hipócrita y dos caras. Son personas vengativas y negativas a muerte. ¡Pobres! Porque su vida tipo pato les impide ser personas constructivas y proactivas. Los difamadores, los envidiosos y chismosos son los seres más infelices de este mundo. A este tipo de gente no le queda más que arrastrarse como serpientes para poner en mal con su lengua a quien, desde su punto de vista, le ha hecho daño.
Actualmente, algunos espacios de la sociedad en general, apestan como a un chucho muerto. Varias instituciones del Estado están podridas, porque están siendo dirigidas por personas que lo que menos tienen son valores para estar donde están. Vivimos en una sociedad en donde algunos grupos religiosos creen que basta sólo con “rezar” para salvarse y salvar de la podredumbre a este país. Vivimos en una sociedad en donde los cristianos no tenemos los pantalones bien puestos para ser más coherentes entre fe y obras ((St 2, 14-24. 26), entre lo que creemos y hacemos.
Por lo tanto, los “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, (Don Bosco) tenemos que alzar la voz y gritar desde donde nos encontremos, que podemos vivir en un país más íntegro, que podemos construir una iglesia más coherente y que es posible construir una verdadera cultura de paz, de justicia y de verdad.
Considero que, aunque algunas instituciones de este país están de cabeza, por estar siendo administradas por personas con intereses particulares, vale la pena levantarse cada día con ese deseo profundo de dar lo mejor de sí mismos, para convertirnos en pequeñas gotas de excelencia y disciplina ahí donde estemos todos los días.
A pesar de ser muchas veces apedreado y golpeado por personas que no nos quieren, tanto en espacios laborales como eclesiales, vale la pena continuar caminando en este camino de la vida y disfrutarla lo mejor que podamos, porque la vida es corta. El sismo de 6.8 de hace algunos días nos ha dado una muestra, de que hoy estamos y mañana quién sabe.
Por lo tanto, haga el bien y evite el mal. Ocúpese de lo suyo, y si puede, ayude a los demás. Viva y deje vivir en paz a los demás. No se meta en lo que no le importa. Y recuerde que la medida que use para medir a los demás esa se usará para medirlo a usted.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.