Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra.
La familia es la encargada principal de formar en valores. Más que enseñarlos hay que vivirlos en el hogar. Es necesario predicar con el ejemplo, un padre puede decirle a sus hijos: “respeten a su madre”, pero él no la respeta, “lean un libro”, pero ninguno de los padres leen.
Los segundos encargados en re afianzar los valores son los educadores. Se oye mucho en las escuelas como le dicen a los niños: “robaste, te vinos a través de una cámara oculta” y en realidad no hay cámaras ocultas en ese lugar. Quieren enseñar honestidad, pero son ellos los que son deshonestos.
Una buena forma de que los hijos valoren los principios morales, es por medio de casos. Usted discuta con sus niños y niñas las injusticias que ve en la TV, en las calles, en familia. Hágales pensar en los sentimientos de la persona afectada y en cómo sería una buena forma de actuar de ellos. Oriente que este pensamiento crítico se vaya al actuar de su yo, y no que critiquen a los demás.
Evite enseñar los valores como dogmas, que ellos deban de seguir ciegamente. Por ejemplo: “tienes que decir la verdad, siempre” o “el esfuerzo tiene su recompensa” o “dar sin esperar nada a cambio”. Porque esta forma los hace no pensadores. Usted, incúlqueles a analizar la situación y a buscar el bien común.
Analice este caso: unos soldados nazis perseguía a tres judíos, durante la segunda guerra mundial, ellos se escondieron en un convento y cuando los soldados les preguntaron a las monjitas, si los judíos estaban ahí, ella dijeron que no, esa mentira les salvó la vida a esos hombres condenados a muerte.
Todos los valores se pueden convertir en antivalores, y los llamados antivalores se pueden convertir en valores, por lo tanto enséñeles a discernir. Por ejemplo la generosidad puede hacer daño a su niño o a quien lo recibe.
Incluso hay gente manipuladora que usa los valores para aprovecharse de los demás. Les dicen: “tienes que ser agradecido” con tal de que no protesten ante injusticias; “tienes que tener lealtad”, con tal de que cumplan con planes que ya se dieron cuenta que son perjudiciales; “tienes que esforzarte y dar un poco más”, con tal de explotarlo laboralmente.
Hay niños que permiten que les hagan bullying, porque aprendieron que deben ser “buenos” y nunca levantarse en contra de otro. Hay adultos que los bombardearon tanto con la “obediencia” que llegan a someterse o a hacer actos inmorales, incluso delictivos, acatando órdenes de alguien más. La obediencia es un valor, que cada vez más, nos damos cuenta que es antivalor.
Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Más que valores, enseña criterio para el bienestar común”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo