Casi como nada llegamos a fin de año y, como es de esperarse, este mes de diciembre, que en efecto está lleno de actividades y todo tipo de compromisos, es el que más disfrutamos, pero que a la vez, pareciera pasar más rápido.
Decir que no sentimos el paso del tiempo este año es sinónimo de que la pasamos bien, no tuvimos mucho tiempo de ocio y pudimos enfocarnos en cosas valiosas, cuando el tiempo “vuela” regularmente es porque estamos encauzados procurando alcanzar nuestros objetivos.
Estoy segura de que este año para todos estuvo lleno de momentos agradables, tiempos en que disfrutamos al máximo nuestra vida y a quienes nos rodean, pero también de momentos que no fueron tan agradables, que quizá nos llevaron incluso al llanto o a la soledad; sin embargo, la vida dejaría de ser hermosa sin este contraste de eventos que nos corresponde vivir, se volvería rutinaria y monótona, quitándole totalmente el propósito de ser.
La Biblia dice que cada día trae su propio afán, y es que no podemos dejar que las cosas que ya pasaron influyan en cómo vivimos nuestro presente, si bien lo que hagamos hoy impactará nuestro mañana, debemos aprender a vivir un día a la vez, disfrutando cada instante de vida que se nos regala, independiente de las circunstancias y, a pesar de lo que nos haya sucedido, cada día es una nueva oportunidad.
Tristemente el mundo en el que vivimos está absorbido por un egocentrismo, en el que cada quien velamos por nuestros propios intereses, dejándonos de importar incluso lo que otros estén viviendo o puedan estar necesitando; y eso acrecienta en muchos el vacío existencial, perdiendo de vista el objetivo que implica estar vivos.
Estos últimos días del año son valiosos, ya que nos permiten hacer una retrospección y evaluar cómo nos encontramos en este momento; inevitablemente cada año que inicia nos trazamos metas y objetivos, que con el transcurrir de los días se nos van olvidando, o quizá la vida misma les da un giro distinto, pero que siempre será un buen momento para replantearlos y luchar por ellos con más fuerza.
Hacer una evaluación de lo que logramos este año, y de todas aquellas cosas que no conseguimos, es simplemente para dar gracias y tomar fuerza, jamás para frustrarnos o deprimirnos, siempre que tengamos vida podremos empezar de nuevo, cada día trae consigo un soplo de esperanza, y mientras se nos permita respirar, debemos elevar nuestras alas y alzar el vuelo hacia lo que anhelamos.
A la vida no se le puede poner pausa, debemos enfrentar cada día con la mejor actitud y todo el entusiasmo de sacarle el mejor provecho, sobre todo porque de lo más valioso que tenemos es el tiempo, que, así como sentimos que pasa cada vez más rápido, no regresa y es nuestra decisión, solamente nuestra, disponer en qué invertirlo asumiendo la responsabilidad de las decisiones que tomemos.
Aprovechemos estos últimos días que el 2017 aún nos regala, con la fe y esperanza de que lo que viene será superior a lo que se fue, pero con el compromiso que implica el tiempo que se pone a nuestra disposición, agradeciendo por lo que ya pasó y sembrando para que la cosecha postrer sea aún mejor.
Mercadóloga especialista en Gestión de Proyectos. Capacitadora, motivadora, estratega y analista empresarial.