La palabra “respeto” viene del latín respectus, que significa atención, consideración. Es una actitud de veneración, de acatamiento que se hace a alguien (RAE, 2017).
Para De Gispert, (1998) el respeto es la “consideración de excelencia hacia alguna persona o alguna cosa. Deferencia, sentimiento de reverencia respecto a alguna persona en razón a sus méritos, a su edad o a su rango”. Tomando en cuenta esta definición, reflexione sobre la manera cómo usted se refiere a otras personas. Nunca hay que olvidar que no se debe tratar a los demás como uno no quiere ser tratado.
Durante estos últimos días he venido observando la conducta de algunas personas en la calle, en los centros comerciales y en las redes sociales, y he llegado a la conclusión de que el valor del respeto está siendo pisoteado por muchos de diferentes maneras.
En Quetzaltenango, por ejemplo, varias personas no respetan las señales de tránsito, viran, cruzan y se estacionan donde se les antoja; y lo peor es que, si usted les hace señas que están manejando mal, se molestan. Muy pocas personas tienen educación vial.
El artículo 143 del Reglamento de tránsito afirma, “en las vías que tengan dos carriles en la misma dirección o en el sentido de su marcha, el conductor que vaya a rebasar o adelantar repetidas veces, podrá permanecer en el carril que haya utilizado para el anterior, a condición de cerciorarse que puede hacerlo sin obstaculizar a los conductores que circulen más rápido detrás del suyo”. Este artículo es violado constantemente en Xela.
Por otra parte, las redes sociales son una muestra de la ausencia de respeto hacia las demás personas. Si el respeto tiene que ver con el sentimiento de reverencia respecto a alguna persona por sus méritos y su rango, algunos ya no respetan pero ni a sus padres.
En la familia, a veces, los hijos le cuelgan el teléfono a sus papás, simplemente porque les niegan un permiso para salir. Por el contrario hay padres de familia que no les tienen ni el más mínimo respeto a sus hijos.
En las empresas hay jefes que son más maquiavélicos que el gran filósofo y político italiano Maquiavelo. Son prepotentes y tramposos, que “les vale madre” llevarse a quien puedan con tal de lograr sus fines.
En la política, de igual manera, hay funcionarios que con sus acciones legislativas les han faltado el respeto a todos los guatemaltecos. Pero también hay guatemaltecos a quienes se les ha pasado la mano en la manera cómo han tratado a algunos políticos. No estoy defendiendo a nadie, pero a algunos periodistas que abordaron al alcalde capitalino Álvaro Arzú este jueves se les fue la mano. Si esto hubiera pasado en otros países, “otro gallo cantara”.
Por qué digo esto, porque las relaciones interpersonales deben estar cimentadas en el valor del respeto. No podemos seguir faltándonos el respeto en la calle, en centros comerciales, en la familia, en el trabajo ni en los diferentes medios de comunicación. Apliquemos el valor del respeto hacia nosotros mismos, hacia los demás y en todos los espacios que frecuentamos diariamente. La libertad de expresión sin respeto lleva a la violencia.
De Gispert, (1998) nos sugiere estas frases para meditar sobre este valor, “de pan se alimenta el cuerpo, de respeto el alma”. “Si deseamos conservar un amigo, le mostramos siempre respeto”. “Tener la admiración de las personas es magnífico, tener su respeto es maravilloso”. “El respeto es la posibilidad que tienen las personas de ser libres”. “Conocer el valor propio y honrar el valor de los demás es la mejor manera de ganar respeto”. “Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos”.
El respeto es la actitud del ser humano de no hacerse daño a sí mismo, a los demás y a la naturaleza. Reflexionemos y respetémonos unos a otros.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.