“Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y corre tras ella”, (Sal 34, 14). Este debería de ser un deseo profundo de todo ser humano. Por el hecho de ser libres, es decisión de cada uno el continuar embarrándose del mal o bien optar por hacer el bien, aunque esto último tenga consecuencias personales.
Algunos países en el mundo se están desangrando unos a otros. Pero sin ir muy lejos, Guatemala es un país en el que un grupito de malos ciudadanos está haciendo de las suyas con esa pequeña dosis de poder que la misma población les ha dado. Pero tarde o temprano perderán esa dosis de poder que tienen, y entonces tendrán que pagar las consecuencias de sus acciones.
Es increíble cómo el mal tiene envueltos a los tres organismos del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero no sólo a estos organismos, sino que a la par seguramente hay otras instituciones públicas y privadas que han sido alcanzadas por los tentáculos del mal, y ahora se han unido para declararle la guerra a los que queremos el bien para Guatemala.
Un pequeño grupo de guatemaltecos tiene de rodillas a más de diecisiete millones de guatemaltecos. Consuelo Porras, Curruchiche, Orellana y Cinthia Monterroso, son la cara pública de este grupo diabólico que tiene miedo de perder el poder y las ganancias que el sistema corrupto les proporciona. Y esta es la razón por la que, desde hace meses, vienen luchando por dejar en algunos puestos clave del sistema político a alguien alcahueta que pueda cubrirles las espaldas para seguir saqueando las arcas del Estado.
Estos primeros veinte días de octubre han sido determinantes por las acciones que algunos grupos de guatemaltecos han iniciado. Durante dos semanas se optó por bloquear el país completamente, y así obligar a la Consuelo que renunciara. Pero la señora ya salió diciendo que ella no renunciará. El mismo presidente no tiene el valor de pedirle su renuncia. Ante esta negativa, el pueblo tiene que replantear sus acciones, para que éstas sean más efectivas y que no nos sigamos haciendo daño unos a otros.
La perseverancia de las manifestaciones pacíficas debe continuar. Se espera que las movilizaciones a nivel nacional, poco a poco vayan teniendo éxito. A la par de estas manifestaciones pacíficas debe tenerse una mesa de diálogo que facilite acuerdos que fomenten la armonía y la paz. Si la Consuelo no renuncia, por lo menos que se firme un convenio en el que quede plasmado que dejarán de perseguir al Tribunal Supremo Electoral y a los resultados ya escrutados por este mismo ente electoral.
El malestar de la población es evidente. En todas partes y en todos los contextos se habla de las macabras intenciones del Ministerio Público por tirar al bote de basura las recién pasadas elecciones. Esta estructura golpista debe ser destruida. El espíritu del mal los tiene cooptados. Pero esperamos que tarde o temprano podamos verlos desmoronarse uno a uno.
Hay que seguirle pidiendo a Dios para que finalmente venza el bien, y que estos funcionarios se aparten del mal y trabajen por una verdadera cultura de paz y por el bien común de todos los guatemaltecos.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.