En los últimos 10 años, las remesas familiares provenientes del país del norte se duplicaron, incluso para el año fiscal 2018, el Banco de Guatemala prevé un incremento del 12 % con relación a 2017, lo que significaría que en un plazo de seis años se duplicará lo que recibiremos en 2018.
A pesar de las amenazas del presidente Donald Trump, económicamente Guatemala se ha visto beneficiada. En 2017 se recibieron remesas por valor de US$ 8,000,192.96. Este monto superó un 14 % el valor recibido en 2016, que fue de US$ 7,000,159.96.
El país tiene una alta dependencia de las remesas familiares, equivalen a un 10 % del producto interno bruto —PIB-, por lo que puede considerarse que el territorio guatemalteco exporta mano de obra. Las exportaciones y las remesas constituyen los dos rubros de mayor representatividad cuantitativa tiene en el PIB.
«La Encuesta sobre remesas familiares, que llevó a cabo la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en 2016, señala que unas 6.2 millones de personas son beneficiadas por las transferencias». Este dato, tomado de la versión digital del diario Prensa Libre, es una luz de alerta, porque equivale a decir que cuatro de cada 10 guatemaltecos dependen de los ingresos por remesas familiares.
Si a estos cuatro les sumamos los 5.8 de cada 10 habitantes que viven en pobreza y pobreza extrema, esto significa que el Estado únicamente es capaz de producir recursos para el 0.2 % de la población total, que equivale a 30,000 habitantes que obtienen recursos de origen nacional; el resto, 14.7 millones de guatemaltecos, no obtienen ingresos superiores a dos dólares diarios, y un buen número pueden subsistir gracias a sus familiares que trabajan en el país del norte.
Con estos datos se fundamenta las palabras de los analistas independientes que afirman, «la desigualdad en Guatemala es tan grande, que muchos viven con poco y pocos viven con mucho».
Ahora bien, este éxito económico para Guatemala es debido al esfuerzo de los más de dos millones de paisanos que trabajan y viven en condiciones precarias, en su mayoría, en Estados Unidos. Lo preocupante es el abandono del Gobierno a este sector, cuyo aporte económico está comprobado; sin embargo, no es el mismo tratamiento que se da a los exportadores, quienes cuentan con beneficios fiscales, devoluciones de impuestos, respeto y benevolencia de los gobernantes, a pesar de, en algunos casos, acabar con los pocos recursos naturales que se tienen.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.