Había surgido lo que pronto se denominaría Tercer Mundo, con la mayoría de la población mundial perdiendo cada año posiciones en relación con los países desarrollados y careciendo de expectativas para entrar en la fase de despegue, pero en Guatemala nunca existió esa remontada. La culpa la tiene la corrupción, al final un pueblo que elige corruptos no es víctima, ¡es cómplice! Y mientras más grande sea el Estado, más leyes y corrupción tendrá. Algo para reflexionar: El ladrón vulgar te roba el dinero, el reloj, la cadena, el móvil y hasta el auto. Mientras que el político te roba la felicidad, la salud, la vivienda, la educación, el futuro, la pensión, la diversión y el trabajo. El primer ladrón te elige a vos y al segundo ladrón lo eliges vos. Entonces ¡La corrupción somos todos!
En muchas ocasiones estamos haciendo famosas a las personas equivocadas desde el temblor de Alfonso Portillo, el janano Colom, el chiste sin gracia de Jimmy Morales y no digamos el gran transexual de GiammaGay, el ahora cucho triste está encaminado a convertirse en otro sinvergüenza que sigue todavía en campaña política y seguimos sin ver acciones, capturados por actos de corrupción y solo pasa el tiempo. Mientras el tiempo corre en el país, estos se convierten junto a su “equipo de trabajo”, en los nuevos ricos que al final no le aportan nada bueno al país más que burlas, mentiras, risas de mal gusto y el morbo mediático dejando la calidad de los medios de comunicación que tenemos en la miseria y que lo único que venden y logran aportar es pobreza, envidia, odio, mala fe, contaminación y ahora mi posición en este mundo y con una vergonzosa pandemia, donde las vacunas fueron una sentencia de muerte, que nos hizo decir y hacer muchas locuras que aún continuamos haciendo.
Todos los funcionarios salientes se gastan todo el presupuesto, dejando las arcas vacías con nuestros impuestos. Las frases célebres para responder a la petición de cumplir algún trámite burocrático: si me ayudas (entregas dinero) te ayudo (resuelvo tu problema). Como muchos países del tercer mundo, hoy continúan en caída desde México hasta Chile.
Mi identidad no está definida ni por mi nacionalidad ni por mi pasaporte, no soy solo guatemalteco, soy chapín de nacimiento, húngaro de corazón, pero esta vez no estoy orgulloso de mi país, mucho menos de mi gente. La mayoría de las personas me dirán que una de las peores cosas de elegir vivir en el extranjero es que, después de un tiempo, ya no se sentirá como en casa tener lo propio como lo tengo este país y por supuesto nunca seremos plenamente aceptados en el extranjero, nos juzgarán, nos discriminarán, nos tratarán como basura porque ni buenos para jugar fútbol somos.
Pasarán los años, pero finalmente estoy en la etapa en la que mi país de origen se ve y se siente un poco raro, en todo los bellos lugares, el peor virus es el ser humano que nos está acabando, tenemos ejemplos claros: junio 2024, la Laguna Magdalena en Chiantla Huehuetenango está totalmente seca, hasta el aire que hoy estamos respirando ya es tóxico, calores insoportables y como todo inicio tiene su fin, esto llamado “perhaps you need a little of Guatemala” se está terminando, lo único que continúa y siempre está de moda es la corrupción, cinismo y el enriquecimiento ilícito.
“La hormiga por odio a la cucaracha votó por el insecticida. Murieron todos hasta el grillo que se abstuvo”. La verdad es que hoy Guatemala duele. La epidemia del 2024, del guatemaltequismo es tóxico, racista, clasista, conformista, inculto, sin empatía, sinvergüenza, drogadicto y cínico.
Esto que nos pasa a diario ya se volvió costumbre desde policías de tránsito que brillan por su ausencia y que solamente están presentes para joder, ni viviendo en el extranjero no me va a arreglar mis problemas porque el mundo está de cabeza, hoy toca aumentar el bolsillo, no disminuirlo, buscar la felicidad y la satisfacción de estar vivo mientras se abre camino a un nuevo país.
Es extraño romper con los hábitos de empezar de nuevo, pero ahora es necesario, tengo muchas ganas de volverme menos chapín: Miro en dirección equivocada para ver si hay autos en la calle, miro los carteles y me pregunto por qué puedo entender lo que dicen. Miro a mis alrededores y si crees que tu vida es difícil, sal y observa el mundo. Una noche salí y me pregunté por qué todos estaban tan borrachos y por qué todos los bares cerraban antes de la medianoche. Odio este sentimiento, pero no me gusta estar aquí y no me gusta la gente y, de todos modos, nunca sentí que pertenecía aquí en mi país de origen. El problema en mi pequeño país es un infierno grande, la mayoría (ciertamente no todas, pero sí muchas) de la gente es amargada, egocéntrica, falta de empatía, cerrada de mente, hipócrita, tensa, fría, muy crítica, la sociedad también es apresurada y estresante, solo pasando el tiempo sin disfrutarlo, no te valoran en el trabajo o cuesta conseguir uno, ni por tus conocimientos elevados. Muchos de los funcionarios públicos cometen actos de corrupción con aceptar el cargo para el cual no son competentes, si no veamos al Ministro de Gobernación, que por cierto pido su renuncia, ni cuando habla se le entiende nada.
Me doy cuenta de que ningún país es perfecto, pero también creo que hay lugares en los que voy a encajar bien. En realidad, los consejos gratuitos que valen hasta cinco centavos me ayudan a reafirmar por qué estoy tomando esta medida y me hacen sentir menos asustado y nervioso al respecto. Sin duda, en lo más alto de mi lista de preocupaciones sobre mudarme a Portugal, Estados Unidos o hasta Argentina está que uno no escoge a su familia, ni tampoco dónde nacer, pero sí se puede escoger dónde morir, envejecer en Guatemala es mi mayor temor, no existen aceras, seguridad, ni respeto al adulto mayor, solo haga cola para que lo atiendan en cualquier identidad publica y verá que todo se lo roban hasta la dignidad de los guatemaltecos. Me voy porque quiero, no porque me echen o como muchos cobardes exiliados. Y ayer precisamente me quedé porque te quise Guatemala, hoy no sé y mañana me voy porque me quiero. La vida es muy corta para negarse un ratito de felicidad.
P.D Les dejo un Proverbio turco “Cuando un payaso se muda a un palacio, no se convierte en rey. El palacio se convierte en un circo”.