Recientemente atendí un evento organizado por el Mineduc en un Instituto de Quiché, y fue inevitable que durante la convivencia con las más de cien jovencitas, con quienes me tocó desarrollar algunos talleres, vinieran a mi memoria varios recuerdos de esa época tan maravillosa en la vida de todos. Creo, y es mi motivación, que al enumerar algunos de estos recuerdos, cada uno de quienes me honra con su lectura también se identifique y pueda, además, compartir algunos otros momentos de la época escolar que más recuerden.
Lo primero que recordé fue lo hermoso de las amistades, aún tengo la dicha de contar con varios y muy buenos amigos que conocí en esa etapa de mi vida, amistades que sin importar el paso del tiempo ni el camino que cada quien hayamos elegido, bendito Dios y gracias a las diversas plataformas que nos permiten la comunicación, aún mantenemos contacto.
Claro que también hubo muchos compañeros de clase con quienes nunca congeniamos, y díganme si no, ¿ellos también le agregaron valor a esta etapa? Era singular y hasta entretenido todo ese tiempo que pasábamos poniéndoles atención a quienes nos caían mal, y prestándoles oído a lo que nos dijeran de esas personitas, sinceramente recordé a varios que, con el paso del tiempo y las vueltas de la vida, resultaron igualmente siendo mis amigos.
El compañerismo que se generaba en los entrenos durante las clases de física, que debo reconocer, nunca fueron mis favoritas pero me enseñaron a trabajar en equipo, nos permitía evidenciar a quienes se destacaban por su rendimiento físico y a quienes de plano no nacimos para eso, al igual que con las clases de música, honestamente y con toda confianza, les comparto que llegué incluso a llorar por lo mal que me iba en dichas clases, muchas veces me dijeron que era por indisciplina, pero sea lo que haya sido, los únicos buenos recuerdos que me dejaron fueron mis amigos.
Los reinados de belleza yacieron como una más de las memorias ese día y es que, no habría gratos recuerdos si no incluyéramos estos eventos que, para muchas como yo, solo fueron intentos fallidos de portar una corona así fuera como reina de la clase, sé que a varias jamás les pasó siquiera por la mente participar en estos certámenes, pero de una u otra forma estoy segura de que son parte de los recuerdos que nos genera la época escolar.
Personalmente disfruté mucho estos talleres que gracias a la bendición del trabajo me tocó impartir, sobre todo porque mientras conversaba con estas jovencitas y en medio de la dinámica que desarrollamos, fui evidenciando los diversos temperamentos en cada una de ellas y el liderazgo que algunas de ellas manifestaban dentro del aula, esto por supuesto que trajo a mi mente varios nombres de amigos y compañeros a quienes fácilmente identifiqué, pues en la época escolar convivir tantas horas al día nos permite llegar a conocernos casi que como miembros de una misma familia; la complicidad que se genera y sí, todas aquellas travesuras que dentro o fuera del aula realizábamos, eran la mejor muestra de lo bien que nos conocíamos, porque fácilmente asignábamos roles para defendernos en el inevitable momento del regaño.
La anhelada hora de recreo para salir a jugar y compartir con nuestros amigos, no solo de la clase sino del colegio, ver a la personita que desde ya hacía latir nuestro corazón, salir corriendo a la tienda para comprar cualquier cantidad de golosinas para la refa y luego, al menos en mi caso, sentarnos con las amigas a comer y platicar cualquier cantidad de temas, incluidos por supuesto, los niños más guapos (para nosotras) del colegio.
Las historias son interminables, los lazos creados con amigos y con los maestros, que, aunque no los entendiéramos y hasta nos cayeran mal, impactaron fuertemente nuestra vida, son invaluables. Si bien ha pasado mucho tiempo desde ese entonces, aún tengo presente cada momento vivido, y aunque hoy ya son parte del pasado, siempre estarán presentes en mi corazón.
Mercadóloga especialista en Gestión de Proyectos. Capacitadora, motivadora, estratega y analista empresarial.