La mayor riqueza de un país, de una empresa y de una comunidad son las personas; y por ende, deben ser tratadas con respeto. Sin embargo, nunca faltan jefes déspotas, tiranos y maquiavélicos (como el torturador alcalde de Patulul), que les vale madre llevarse a quien encuentren en el camino con tal de lograr sus fines. Creen (como Nicolás Maquiavelo) que el fin justifica los medios. Son unas auténticas aplanadoras.
Según el Diccionario de la Real Academia (2017), el abuso de poder es el abuso que comete un superior que se excede en el ejercicio de sus atribuciones. ¿Conoce a algún superior, director, coordinador, gerente, alcalde, diputado, presidente, policía, sacerdote o religiosa que abuse de la autoridad que por ley civil o canónica le ha sido otorgada? Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
El abuso de poder es la aplicación desmedida, injusta y estúpida de la autoridad con la que ha sido revestida una persona. El abuso de poder se manifiesta con métodos basados en la amenaza, la intimidación y la fuerza. Hay jefes o jefas que amenazan con despedir a sus trabajadores si estos no acceden dictadas por ellos. Un superior abusa del poder que tiene cuando insulta, grita y siempre está bravo. Según Parrott (2003), en su libro Cómo mantener relaciones con personas difíciles dice, “parece que su modus operandi es lastimar los sentimientos de los demás…pasan rodando a través de la vida y aplastando a todos y a todo con su indiferencia. Consiguen acobardar hasta la persona insensible”.
El autor antes citado agrega que, a los abusadores de poder no les da temor crear problemas ni tampoco les importa causar escándalos. Las personas aplanadoras son terroristas verbales que ponen a todos en la cuerda floja. Su lema es: “o lo hacen a mi manera o se marchan”. Quien abusa de poder tiene las siguientes características: son arrogantes, independientes acusadores, transigentes, rechazadores, fanfarrones tercos, groseros y con una capacidad nula de escucha.
Quien abusa del poder que tiene cree tener siempre la razón, coacciona y se burla de sus trabajadores, de sus hermanos; disfrutan ver sufrir a los demás. Son impulsivos, mentirosos y viven inventando cosas en contra de los demás. Lo peor que puede hacer un jefe o jefa es utilizar el poder que se le ha confiado para someter y obligar a los demás a hacer lo que les antoja, con la única intención de satisfacer sus propios intereses.
El abuso de poder se manifiesta en varios espacios de la sociedad. Menciono algunos ejemplos: Cuando un padre de familia castiga sin medida a su hijo por sacar una mala nota; cuando un cónyuge no deja trabajar a su mujer, solo porque a él si se le antoja; cuando un director le dice a uno de sus trabajadores: El que aquí manda soy yo, por lo tanto, aquí se hace lo yo digo y punto. Cuando un superior limita la libertad de expresión, solo porque no le gusta que lo confronten, y cuando una autoridad pública detiene a una persona sin justificación alguna.
Por lo general, quien practica el abuso de poder tiene problemas emocionales no resueltos. Posiblemente ni él se da cuenta del daño que está haciendo. El abuso de poder es un síntoma de personas inseguras, inmaduras e incapacidad de relaciones humanas sanas. Que Dios nos libre de toparnos con jefes de esta naturaleza. Pero si un día se le cruzan en el camino, confróntelos y no les tenga miedo.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.