Primero la obligación, luego la diversión.
Procrastinar significa posponer una actividad importante por dedicarse a hacer otra, normalmente placentera. Es un hábito, una tendencia, un estilo de vida. Las razones comunes para aplazar lo significativo son, pereza, miedo, deseos de felicidad; y para evitar frustración, cansancio, dolor. Dicho de otra manera, disfruto hoy, sufro mañana.
Por ejemplo: Ponerse a ver una película en lugar de hacer las tareas. Revisar primero las redes sociales, antes de contestar los correos. Utilizar el dinero para comprar una comida chatarra, en lugar de pagar el servicio de la energía eléctrica. Ir antes a prepararse una merienda, dejando tirado los libros que debe leer.
El procrastinar estas tareas contrae estrés, pérdida de confianza en uno mismo, malestar físico y emocional. Por no querer sufrir, sufrimos más. Por andar evitando, caemos más profundo. Por no querer pagar el precio, pagamos el doble.
“De tanto análisis, llegamos a la parálisis”. “¡Hazlo ya!, no lo pienses mucho!” Es lo que nos aconsejaban los abuelitos. Darle tiempo al tiempo es una forma de no ser eficaz. Cuando uno está en una encrucijada y no sabe a dónde dirigirse, es bueno moverse rápido, cualquier camino es bueno en ese momento.
Pero la procrastinación tiene su lado positivo. Cuando estamos haciendo algo importante, pero no es urgente, podemos iniciar, procrastinar y terminar. Esto hace que se generen nuevas ideas, más efectividad, menos estrés desagradable. Porque le damos tiempo a nuestro cerebro a que piense en segundo plano, sobre el asunto.
Hay veces que somos más efectivos cuando dejamos las cosas a última hora. Improvisar nos hace más pilas. Pero si se nos juntan muchas cosas importantes, nos podemos abrumar y responder erróneamente, incluso sufrir una crisis nerviosa. Jugar con fuego, es un arte peligroso, pero destreza bella, que todos hacemos o hemos hecho.
Por lo tanto, si podemos salir del compromiso de una vez, hagámoslo ya, y luego a descansar o divertirnos. Hagamos primeo lo importante, sin que se convierta en urgente, luego lo no importante ni urgente, pensando que “todo va a ser bien”.
Pero si sentimos estímulo positivo, dejarlo todo a última hora, hasta que se nos convierta en urgente, entonces estemos dispuestos a pagar las consecuencias si “todo sale mal”. Recalcando, nosotros nos hacemos responsables, no los demás. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Si lo puedes hacer en cinco minutos o menos, hazlo inmediatamente”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo