He insistido, el presupuesto de egresos para el 2018 suma casi 88 mil millones de quetzales, sin embargo, estimado lector, no hemos analizado de dónde y cómo obtendrá el Gobierno el dinero para pagar ese presupuesto. En tal sentido, a continuación trataré de desglosar las dos grandes fuentes de financiamiento, para ese fin:
a) Ingresos corrientes: este rubro está compuesto, entre otros, por ingresos tributarios y no tributarios, de tal manera, el Gobierno espera recaudar el 77 % del presupuesto, o sea 67 mil 704 millones, a través de ingresos corrientes, es decir, impuestos directos e indirectos. Es importante analizar, el impuesto sobre la renta –ISR– e impuesto al valor agregado –IVA– juntos, equivalen al 58.39 % del total del presupuesto de ingresos corrientes –45 mil 817 millones–, como se nota, la tarea es muy difícil para la SAT, toda vez que, casi en ningún mes la administración tributaria ha llegado a la meta de recaudación, por ejemplo, hasta el 31 de agosto del presente año el déficit en recaudación por concepto de “ingresos tributarios” es casi de 728 millones de quetzales, esto a pesar que el Gobierno otorgó una amnistía fiscal durante cuatro meses, mientas que en 2016 la diferencia o déficit en recaudación en ingresos tributarios fue de 200 millones de quetzales. Llama poderosamente la atención el hecho que en este presupuesto exista la suma de 2 mil 350 millones de quetzales como “otros impuestos indirectos”. ¿Será que la SAT tiene contemplado aumentar la tasa de algunos impuestos? o, ¿la SAT volverá a conceder beneficios fiscales por la vía de amnistía a los contribuyentes morosos?
b) Ingresos no corrientes: este rubro dentro del presupuesto está integrado por los recursos de capital y fuentes financieras. Como nos hemos dado cuenta, los ingresos no son suficientes para cubrir los egresos, o dicho de otra manera, los gastos son superiores a los ingresos, eso obliga al Ejecutivo a solicitar préstamos o financiamiento para cubrir esa diferencia, de esa cuenta, la estructura del presupuesto contempla el rubro “fuentes financieras”. El 23 % del presupuesto que el Gobierno piensa gastar en el 2018 no tiene sustento o recursos económicos, eso se traduce en adquisición de más deuda, ya sea interna o externa. Ese 23 % equivale a 20 mil 218 millones de quetzales, en el 2016 la deuda fue de 8 mil 188 millones, mientras que en 2017 subió a 14 mil 987 millones, en tal sentido nuestra deuda sigue y sigue aumentando, sin que nadie la detenga.
El problema en nuestro país no es si la SAT está o no cumpliendo con la meta de recaudación, el problema lo constituye los excesivos egresos –Gastos–, no hay transparencia ni calidad en el gasto, existe una total corrupción en los pagos de salarios, bonos a militares, compra de celulares para diputados, aumento de beneficio salarial a los trabajadores del Congreso de la República, etc. Además, siguen los proyectos sobrevalorados, como sucedió en los casos IGSS-PISA, Construcción-corrupción, según expertos en el tema, el dinero que se pierde en corrupción es casi el 40 % del presupuesto. Hay mala ejecución del presupuesto del presente año, por ejemplo ministerios como: Desarrollo, Micivi, Ambiente y Recursos Naturales, entre otros, no han llegado al porcentaje normal de ejecución, no es lógico darles más presupuesto, o será política del actual gobierno, trasladar al fondo común el presupuesto no ejecutado, sabiendo que nadie le pone atención a dicho fondo.
Como guinda al pastel, no tenemos una institución seria, capaz e incorruptible para fiscalizar a todas las instituciones gubernamentales y no gubernamentales que manejen fondos del Estado, la Contraloría General de Cuentas actúa por inercia o cuando ve que el techo se está derrumbando.
En las plazas también exijamos no aprobar este presupuesto, hasta que los diputados no renuncien por ser parte de la corrupción.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.