Según (Celam, 2011, pág. 26), el director de un centro educativo es aquellla persona que ostenta la responsabililidad de dirigir y gestionar los destinos de una istitución educativa. El director es el líder que acompaña y orienta a los que forman parte de la comunidad educativa, en el desarrollo del Proyecto Educativo Institucional (PEI). El modelo con el que debe identificarse el director es con la imagen del Buen Pastor ( Jn 10, 11-16; Lc 15, 3-7), quien busca y cuida a sus ovejas y no teme dar la vida por ellas.
El No. 43 del libro antes citado, afirma que el director es quien lidera, conduce, administra, gestiona y cuida a toda la comunidad educativa. Una responsabilidad esencial es buscar a la oveja perdida, es decir, a los alumnos que van mal en los estudios, a quienes vienen tarde, a quienes hacen travesuras a escondidas, etc. Una vez encontrados, debe devolverlos con amor de padre al redil, a las aulas.
Para que un director sea extraordinario, su modo de vida debe ajustarse a un perfil “que contemple caracterísitcas integrales el el orden de la madurez humana, madurez espiritual y competencias administrativas y pedagógicas”, (Celam, 2011).
El director debe tener madurez humana, es deicir, tiene que tener la capacidad de asumir la frustración de tal manera que no se “salga de sus casillas” y termine descontrolándose, reaccionando de una forma desproporcinanda. El documento antes citado agrega que el director, para mantener el equilibrio emocional y psíquico cuando tenga que tomar decisiones personales, sociales y comunitarias debe ser resilente. En la personalidad del director no deben existir conductas desequilibradas en su proceder; ha de ser asertivo, para no entrar en conclicto con personas conflictivas e inmaduras.
Todas las decisiones del director son libres, responsables y respetuosas. Jamás debe levantarle la voz a nadie de la comunidad educativa. Debe poseer valores éticos y morales.
El director debe tener la capacidad de gestión para alcanzar los fines y objetivos de la Institución. Los valores que siempre debe llevar en la bolsa son: perseverancia, paciencia, tolerancia, respeto, integridad. No permite el divorcio entre valores morales y la vida concreta de la sociedad actual.
¿Para qué todo lo anterior? Para generar un clima organizacional óptimo en la comunidad educativa. Un buen ambiente en la institución produce mejores resultados en todo el personal. Algo que no debe olvidar un director es que se debe a sus “clientes”; son los alumnos y los padres de familia los destinatarios finales de su actuar. Por lo tanto, nunca, nunca debe tratar mal a sus clientes.
Pero para asumir un liderazgo al estilo de Jesucristo, un director ha de tener “madurez espiritual”. La relación íntima con Dios a través de una vida de oración, la práctica de los sacramentos y el mandamiento del amor, le harán brillar como una vela en el candelero, como una luz en la oscuridad. San Juan Bosco decía, “el que no ama no educa, porque la educación es cuestión del corazón”.
¿Alguien dirá: Pero solo con amor no se llega a nada? Pero aquí se está hablando de un amor traducido en el trabajo. El director: cuando hable, escriba, corriga planificaciones, haga llamadas telefónicas, levante conocimientos y actas, debe hacerlo con CARIDAD. Aquí estoy hablando de un amor disciplinado, un amor pedagógico.
Ser parte del personal administrativo no es tarea fácil, porque para los demás “no se hace nada”. Pero no es lo mismo “verla de lejos que estar con ella”. Buen inicio de año académico para quienes tienen esta responsabilidad en los diferentes centros educativos de Guatemala.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.