Uno de los grandes principios lógicos afirma que “todo tiene una razón de ser”. No hay nada en esta vida que suceda por gusto, sino que siempre existe un motivo para que suceda lo que está sucediendo. Entonces, absolutamente todo lo que pasa en la vida tiene una razón. El reto para hombres y mujeres es encontrar esa razón del por qué lo que le sucede está sucediendo en este preciso instante de su vida.
No hay ningún ser humano que en la vida no haya experimentado conflictos, problemas, amenazas e injusticias. Cuando estas situaciones se están experimentando en carne propia, no son comprensibles. Vienen a la mente preguntas como éstas: ¿por qué me está pasando esto? ¿Qué he hecho mal? ¿Qué les hice? Las respuestas son variadas. Algunos piensan que los demás son los culpables de lo que pasa; otros se echan la culpa a sí mismos. Vienen los enojos, las cóleras y se afirma: es que ya no me dejan vivir en paz; fulano de tal me quita la paz, etc.
La paz interior es una elección. Por ejemplo: Hoy en la mañana tuve una discusión con un compañero de trabajo, porque no comparte mi filosofía de trabajo. Vino y me dijo que soy un estúpido, un ignorante y que no sé nada. Este comentario me afecta, me molesta; vengo yo y lo insulto, discutimos y termino mal. Ante esta situación, tengo dos opciones: elijo enojarme o lo ignoro.
Elegir no enojarme ante los comentarios injustos de los demás no es nada fácil. Pero no puedo culpar al otro de mi ausencia de paz interior, porque no es cierto. Si yo afirmo que los demás me quitan mi paz interior, es porque nunca la he tenido. Normalmente la persona que está mal proyecta en mí su amargura e inseguridad, por lo que no hay ninguna razón para que yo me deje afectar.
“El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”. (M. Teresa de Calcuta).
A veces se piensa que a menos dificultades más tranquilidad y paz se va a tener. Esto no es verdad, porque se puede vivir en una profunda paz interior aun en medio de mil problemas. Cuando se disfruta lo que se hace, cuando se hacen obras de caridad, cuando se da sin esperar nada a cambio, cuando se comparte el amor con los demás, se experimenta y se vive en paz.
Si Dios dirige nuestra vida se puede vivir en paz en medio de los problemas; si es el diablo quien dirige nuestra vida, nos sentiremos incómodos con casi todo lo que sucede alrededor. ¡Qué difícil es vivir así!
Si en estos instantes de su vida está pasando por situaciones complejas que le generan estrés, ansiedad o depresión, no pierda la paz. No es justo que por un compañero de trabajo, su pareja o un hijo, usted se convierta en esclavo del mal. No pierda la calma, porque solo Dios sabe por qué está viviendo eso que le pasa. Posiblemente son oportunidades para hacer cambios trascendentales. ¡Sí se puede vivir en paz en medio de las tormentas!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.