Muchas veces hemos oído este refrán popular y quizá muchas veces lo hemos expresado, sabiendo que, aún tenemos la más mínima remota posibilidad de que algo ocurra a nuestro favor, es decir, nos negamos a aceptar tal y cual situación que no es de nuestro agrado.
Como seres humanos, desde el mismo instante en que nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, estamos en constante movimiento, evolucionamos a cada segundo, minuto, hora, etc., y muchas veces, sin darnos cuenta, exclamamos, ¡cómo pasó el tiempo! Por supuesto, pasó el tiempo, porque el tiempo es inexorable y jamás se detiene. Acá lo importante y elemental es vivir cada instante del tiempo que el ser Supremo nos ha dado -la vida-, con felicidad plena, es decir, vivir para servir, procurando transmitir energía positiva en el grupo familiar y de trabajo donde nos desenvolvemos, muy acertadamente escribió el rey Salomón el versículo 1 del capítulo 133 del libro de Salmos, “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”, para los grupos, Cocodes, corporaciones comunales, comités de desarrollo, etc., es normal que en el primer mes del año, se inicia un nuevo ciclo de servicio comunal, en ese sentido, debe prevalecer el espíritu de servicio, el afán de hacer bien las cosas, que la unión y combinación de los pensamientos, criterios, modales de los integrantes de cada grupo, aunque sea diferentes, pero deben ser acordes al fin u objetivo común, es decir, que el bien común prevalezca sobre el particular.
Mientras hay vida, hay esperanza; por supuesto que sí, nos está costando alcanzar ver la luz al final del túnel, pareciera que cada día, el camino se nubla más y más, vemos nubes que amenazan con tormentas de arena o polvo, de nieve o de granizo, como aquel otro dicho popular, “nos está lloviendo sobre mojado”. Estimado lector, pero, usted y yo, estamos vivos, y si estamos vivos es porque el Ser Supremo, Dios, Ajaw o como usted mejor desea llamarle, quiere que dejemos huella positiva en el transcurso de esta milésima de tiempo de vida que nos ha tocado vivir acá en esta bendita tierra del quetzal, digo milésima, porque si la comparamos con la eternidad -duración dilatada de siglos y edades, perpetuidad sin principio, sucesión ni fin- no es casi nada, entonces, nos toca, con nuestras buenas acciones y servicios, contrarrestar o ahuyentar esas nubes que amenazan nuestra tranquilidad, nuestra paz y nuestra felicidad.
Afortunadamente, somos seres pensantes, con capacidad intelectual de usar nuestro sentido común, tenemos meridiana claridad para diferenciar las causas y efectos de nuestras acertadas o equivocadas acciones, estoy seguro que más de alguna vez, amanecemos con nuestro estado de ánimo dispuesto a alcanzar lo que, para muchos es inalcanzable. Es decir, aún, nos mueve una leve esperanza de podemos salir, poder alcanzar, poder ver, la luz al final del túnel, pero, esto no va a suceder si usted y yo, no nos lo proponemos, y dejamos de lamentarnos, debemos dar el paso al frente y vaya si no, lograremos cosas que nuestros ojos jamás han visto.
Empecemos por lo más básico, lo más cotidiano, lo más humano; regalemos una sonrisa al que vemos estresado, ofrezcamos nuestra mano al hermano, démosle una palmadita al que necesita acompañamiento, solidaricémonos con el huérfano, y, por favor, ayudemos a la viuda, otra vez, necesitamos más espiritualidad, menos religión.
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. Miqueas 6:8
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.