Cada 28 de diciembre es la conmemoración del día de los Santos Inocentes, que según el cristianismo alude a la reacción que tuvo el rey Herodes cuando se enteró que había nacido el Rey de los Judíos y para no poner en peligro su reino, decidió matar a todos los recién nacidos y niños menores de dos años. A estos pequeños, la iglesia católica los considera los primeros mártires; al transcurrir el tiempo, esta conmemoración tomó otra forma y en esa fecha en algunas familias, centros de trabajo o medios de comunicación acostumbran a realizar bromas.
En nuestros días existen aún muchos inocentes entre ellos, las victimas de trata de personas, los niños robados, maltratados o abusados; las mujeres victimas de violencia, y personas que están privadas de su libertad sin que sean culpables de algún delito. Es penoso y triste, que el deterioro de la sociedad ha llegado a tal extremo de condenar a muerte a bebés no nacidos que son abortados por sus padres, o peor aún abandonados después de nacer sin importar su destino.
Estos bebes y niños son los verdaderos inocentes de nuestros días, sumados a los niños que conviven a diario con la violencia familiar y los niños que son explotados de cualquier forma, ya que ninguno de ellos pidió venir al mundo, son producto de las malas decisiones de los adultos que no han sabido afrontar las consecuencias de sus actos y los ven como una carga o un problema. Cada persona a quien Dios le da el aliento de vida tiene una misión y viene para cumplirla en este mundo, no le corresponde al ser humano decidir quien vive y quien no; sin embargo, la sociedad ha llegado al extremo de matar a su descendencia cuando por otro lado existen miles de familias que desean y anhelan la procreación.