Vivimos en un momento histórico de transformaciones profundas, aceleradas y globales, y hemos iniciado no solo un nuevo siglo sino un nuevo milenio, siendo testigos de los más impresionantes cambios del mundo en todos los ámbitos de la cultura.
El momento que vivimos está lleno de retos y riesgos. También de esperanzas y promesas, que serán realidad en la medida en que los seres humanos seamos capaces de responder a la gran oportunidad que tenemos enfrente.
El liderazgo para el cambio organizacional y la construcción de una nueva sociedad es para nosotros la pieza clave en la coyuntura actual.
Las tendencias persistentes en este momento de transición indican que los cambios provocarán, y de hecho ya están provocando, en muchos contextos una reconfiguración de la cultura en la que hemos vivido.
Todo indica que lo nuevo no podrá ser acomodado en los viejos moldes. La globalización y la competitividad, las relaciones laborales, las formas de producir, los requerimientos sociales, la predominancia que está tomando el problema de la estabilidad laboral, las economías emergentes, los fuertes cambios que experimenta la geopolítica y otros temas de igual relevancia, son algunos de los indicadores de que una nueva cultura está naciendo.
Por otro lado, los problemas amenazantes con los que transitamos convierten dicho proceso en algo decisivo, en cuanto a las condiciones de posibilidad y sustentabilidad de nuestro futuro, pero hoy pocos estaremos dispuestos a integrarnos culturalmente (como parte armónica y concordante de nuestro modo de vida globalizado), las respuestas adecuadas a los problemas que rondan en torno a la ecología, el orden económico mundial, la contracción económica nacional, la contracción del mercado de trabajo, la sustentabilidad del bienestar de las sociedades y la capacidad desestabilizadora de las sociedades con menos posibilidades.
Quiero situar mi aporte a la necesidad de reorientación y redefinición que las empresas y organizaciones precisan hacer, para hacerse sobrevivir y desarrollarse.
Los desafíos, abiertos o implícitos que la coyuntura conlleva, los resumo en la necesidad inaplazable de tener líderes visionarios, honestos y audaces que contribuyan en forma significativa al bien común social. Son ellos quienes tienen que emerger de nuestra situación de transición y de riesgo, para conducir y guiar sabiamente a sus empresas, universidades, dependencias públicas, iglesias, partidos políticos y otras instituciones. Cada una de ellas independientemente son demasiado pequeñas en relación con nuestros problemas globales, sin embargo, su aporte sinérgico es indispensable.
Creo en la necesidad urgente de crear un liderazgo que trascienda:
Como parte fundamental de este proceso, los líderes deberán inspirar y conducir la formación de nuevas culturas, y de los principios y valores que la sustenten. Deberán así mismo generar modelos de productividad, servicio y competitividad que respondan óptimamente hacia las necesidades de los clientes, hablando empresarialmente, y a la dinámica económico-social.
Se pretende, por tanto, que los líderes, en primera instancia, sean eficaces y honestos en la conducción de sus empresas, instituciones, gobiernos municipales, universidades, familias, y en todo contexto donde desarrollen su propia actividad.
Pero debemos aspirar a mucho más, porque las tendencias y circunstancias actuales cada vez parecen arrinconarnos hacia terrenos del todo o nada, de solidaridad, de empresas socialmente responsables, de reconciliación y de consenso o de un futuro incontrolable. Como ha señalado con acierto, Peter Drucker en su libro La gerencia de la sociedad futura: Todo directivo y ejecutivo debe ser además ser un líder social.
En síntesis, tengamos presente que el futuro deberá ser dirigido por auténticos líderes, indispensable el componente ético que pacte con un futuro sustentable, que busque el bienestar, tanto de las empresas como de la sociedad, con suficiente información y conocimiento, que aspire fundamentalmente a buscar cambios, conscientes de que esos cambios generarán fricción, pero que a pesar de la misma se pueden lograr altos objetivos en beneficio de toda nuestra sociedad.
Administrador de empresas, Licenciatura en Teología, empresario, presidente de Cámara de Comercio de Guatemala filial Quetzaltenango.