Por qué los últimos treinta ocho años de democracia han sido únicamente los más estúpidos, no es solo una fase, es también una pérdida de tiempo, vidas y continuo camino a la extrema pobreza.
¿Cómo hubiera sido vivir en la torre de Babel en los días posteriores a su destrucción? En el Libro del Génesis se nos dice que los descendientes de Noé construyeron una gran ciudad en la tierra de Sinar. Construyeron una torre “con su cúspide en los cielos” para “hacerse un nombre” por sí mismos. Dios se ofendió por la arrogancia de la humanidad y dijo: Mirad, son un solo pueblo, y todos tienen una sola lengua; y esto es sólo el principio de lo que harán; nada de lo que se propongan ahora será imposible para ellos. Venid, bajemos y confundamos allí su lengua, para que no se entiendan unos a otros.
El texto en ningún momento dice que Dios destruyó la torre, pero en muchas versiones populares de la historia lo menciona, así que guardemos esa imagen dramática en nuestras mentes: personas que deambulan entre las ruinas, sin poder comunicarse, condenadas a la incomprensión mutua. La historia de la cuidad y torre de Babel es la mejor metáfora que he encontrado de lo que sucede en Guatemala en la década de 1985 y del país fracturado por la guerra interna, por sinvergüenzas mal nacidos y que ahora habitamos y tratamos de sobrevivir. Algo salió terriblemente mal, muy de repente. Estamos desorientados, incapaces de hablar el mismo idioma o reconocer la misma verdad. Estamos separados unos de otros y seguimos con los mismo del pasado bien pisado y un futuro bien oscuro.
Ha estado claro desde hace bastante tiempo que existe la cuidad de Guatemala y el interior así convirtiendo a nuestro país en dos países diferentes que habitan en el mismo territorio, con dos versiones diferentes de las leyes, la economía y hasta con la misma historia siendo manipulada. La Torre de Babel no es una historia sobre tribalismo, etnias o grupos sociales; es una historia sobre la división de tod@s. Se trata más de la ruptura de todo lo que parecía sólido, concreto, la dispersión de las personas que habían sido una comunidad “completa”. Es una metáfora de lo que sucede no solo entre los indígenas y los ladinos, sino dentro de la izquierda y la derecha, así como dentro de las universidades, medios de comunicación, el mismo Estado, empresas, colegios profesionales e incluso las familias.
Pero no seamos mulas mejor dicho nos seamos con Sandrita Torres y su vice presidenciable así de estúpidos. Aún no puedo creerlo y esta porquería politiquera representa mal al país, a la mujer y en fin de críticas negativas (Y aún así pasaron a segunda vuelta). Aquí les doy una pregunta aritmética simple: un bate y una pelota cuestan un quetzal y diez centavos. El bate cuesta un quetzal más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota? La gran mayoría de la gente responde con rapidez y confianza, insistiendo en que la pelota cuesta diez centavos. Esta respuesta es tanto obvia como incorrecta. (La respuesta correcta es cinco centavos por la pelota y un quetzal y cinco centavos por el bate).
El problema con este enfoque introspectivo es que las fuerzas impulsoras detrás de los sesgos, las causas fundamentales de nuestra irracionalidad son en gran parte inconscientes, lo que significa que permanecen invisibles para el autoanálisis e impermeables para la inteligencia. De hecho, la introspección en realidad puede agravar el error, cegándonos ante los procesos primarios responsables de muchas de nuestras fallas cotidianas. Contamos historias elocuentes, pero estas historias pierden el punto. Cuanto más intentamos conocernos a nosotros mismos, menos entendemos realmente. Les dejó con la frase muy parecida de Jacinto Benavente -dramaturgo, director, guionista y productor de cine español- “Lo peor que hacen los inteligentes es obligarnos a dudar de los idiotas”.