Los últimos seis meses los guatemaltecos hemos sido golpeados y zarandeados por el Covid-19. Un virus que no estaba en la agenda de nadie, ha venido a poner en jaque a muchas familias. Al principio era cuestión de estadísticas en los medios; ahora, es una realidad que nos ha tocado vivir muy, pero muy de cerca.
Yo he sido testigo del sufrimiento y del dolor que esta enfermedad ha venido a causar. Hay opiniones diversas, según la experiencia de cada uno. Las actitudes han sido tan diversas como diversas son las personas. Esta enfermedad ha quitado el velo hipócrita a quienes “disque” amaban a su familia. El miedo, el temor o la deshumanización ha podido más que el amor que predican.
En estos momentos tenemos que hacer lo posible porque este virus y sus efectos, no nos hundan en la depresión. No debemos permitirle a las situaciones adversas de la vida que nos conviertan en algo que no somos, en sapos, por ejemplo. “Todos nacemos bien, pero en el camino nos convertimos en sapos” (Berne). Nosotros tenemos la inteligencia necesaria para sobreponernos a la pérdida de un trabajo y de un ser querido. Comprendo que es muy duro perder a un ser querido; y hay que vivir el duelo como un proceso normal de la vida.
En estos momentos oscuros, hay que sacar es pocas fuerzas internas que nos quedan para seguir adelante. A veces dan ganas de quedarnos plantados y colgar la toalla. Pero si Jesús no se bajó de la cruz, tampoco usted abandone sus estudios, sus proyectos y otras actividades que le dan sentido a su vida. Porque la vida se nos ha dado para influir positivamente, lo más que podamos, en los demás. Esa experiencia de dolor la podemos usar para ayudar a otras personas a que demuestren que están hechas para levantarse de los golpes que la vida.
Pidamos a Dios nos conceda el valor de la resiliencia. Resiliencia viene del inglés “resilience” y este del latín “resiliens”, que significa “saltar hacia atrás, rebotar, replegarse”. Es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos, (RAE, 2020). La resiliencia es la capacidad humana de asumir situaciones límite en la vida y sobreponerse y salir bien librados de ellas.
No es fácil sobreponerse a los golpes, pero créanme que sí es posible levantarse de las caídas. Nunca faltarán quienes se alegrarán por los azotes que recibimos de la vida. Hay gente mala. Pero la gente mala, tarde o temprano pagará el daño y lo injusto que fue en su momento. Pero también nunca faltan “ángeles” que la vida misma nos pone en el camino, que nos ayudan a ponernos de pie y que se ponen a nuestra disposición para caminar con nosotros en esos momentos sombríos de la existencia.
Tenemos que creer, que por muy oscura que sea una noche, tarde o temprano una estrella brillará. Las experiencias de sufrimiento y dolor convirtámoslas en oportunidades para trascender. No nos sintamos huérfanos, porque siempre hay alguien que nos tiende la mano sin pedírselo. Que este virus y otros virus como la hipocresía y el chisme, no contaminen el sentido de nuestra existencia.
No somos sapos, no somos moscas, no somos piedras. Dios nos ha creado para levantarnos y trascender, para ser extraordinarios y luchar siempre por ser personas autorrealizadas. Seamos felices y disfrutemos los años que nos quedan por vivir.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.