Estos últimos días he estado reflexionando un poco sobre el valor de la vida humana. Siempre he dicho que la vida es el don más bello que Dios nos ha dado. La vida humana hay que cuidarla, protegerla y disfrutarla. Algunos luchamos todos los días por influir más positiva que negativamente en la sociedad y somos agradecidos con Dios por este regalo inmenso del Creador. Pero nunca faltan personas egoístas que atentan contra su propia vida y con la vida de los demás.
El fin de la vida huma en este mundo es trascender, y ayudar a los otros a que trasciendan. La vida se nos da como don para disfrutarla y ser felices. No se deje vencer por el desaliento y el desánimo; no le dé cabida a la depresión y al desencanto por vivir. Vivir implica sufrir y pasar por charcos de agua; otras veces, nos hace experimentar noches oscuras. Pero muy muy dramática que sea su vida, no atente contra ella, no sea cobarde y egoísta.
Los seres queridos y cercanos que en los últimos años me han dejado, me han enseñado a luchar siempre por mis sueños y a confiar más plenamente en la voluntad de Dios en mi vida. Hace un poco más de una semana el Padre Rony Sajquim escribía en uno de sus mensajes al Obispo: “Monseñor aquí sigo luchando por mi vida. Primero Dios poco a poco mi cuerpo va mejorando”. Pero su cuerpo no aguantó más y ahora descansa en Dios. A su familia , a su Parroquia de San Martín de Tours, y al presbiterio de esta Arquidiócesis de los Altos Quetzaltenango-Totonicapán, mi más sentido pésame y mis oraciones por la partida de un sacerdote amigable, cercano y entregado a sus fieles.
Una de las enseñanzas del virus actual y de otras enfermedades, es que el ser humano es un ser frágil y que en cualquier momento puede perder la batalla que emprende todos los días. Tanto ustedes como yo, nos levantamos cada mañana con la ilusión de cumplir con responsabilidad los trabajos que nos han sigo asignados. Es decir, la batalla por ganarnos el pan nuestro de cada día, la comenzamos, muy temprano. Lo cierto es que los buenos cristianos y los honrados ciudadanos (Don Bosco) nos rifamos el físico para tener lo que tenemos.
Considero que mientras Dios nos regale el don de la vida, tenemos que amarla más y mejor. Pero para amarla, primero hay que enamorarse de ella. El enamoramiento es el principio de todo gran amor. Carl Jung, hablando del enamoramiento entre personas, dice que me enamoro de una persona que vive algo que hay también en mí, pero de lo que hasta ahora apenas me he percatado. El enamoramiento es una forma de desarrollar cada vez más toda la riqueza de mi alma, (Grüm 2008, 26-27).
La vida se nos por amor, para amar. Nuestra responsabilidad es amar; y amar a todos sin distinción. En la medida en que cada uno ame, su vida tendrá más sentido. Que este virus ni cualquier otra enfermedad o problema no nos arrebate nuestra capacidad de amor. Ame su vocación, ame su profesión u oficio, ame a sus seres queridos, porque el amor hace menos pesada la vida.
En conclusión, aprovechemos esta vida física para hacer el bien, para mar y disfrutar cada detalle de la vida. Agradezca lo que la vida le ha permitido experimentar; no se arrepienta de lo vivido ayer, porque la vida humana es corta y el sabor se lo dan los pequeños detalles de cada día.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.