La terquedad pertenece al capricho, la firmeza a la razón.
El niño aprende a hacer berrinche o rabietas para conseguir lo que quiere, el padre aprende a darle lo que quiere para callar el berrinche. Ambos están atrapados en un ciclo vicioso que el componente principal es la amargura. El niño es arrastrado a tener que enojarse y patalear para que se cumpla su voluntad. El padre es arrastrado a ceder su voluntad.
El niño se hará un adulto pensando que amargándose, quebrándose, lastimándose, ofendiendo, pegando, gritando… va a conseguir lo que quiere. Se topará con que los empleadores, las parejas, los amigos… le rechazarán y esto le hará más amargado.
Los niños que berrinchan constantemente tiene un gran problema con el “quiero”, no aceptan un NO como respuesta. Al toparse con que no pueden conseguir lo que quieren se enojan en extremo, intentan conseguirlo a toda costa, llorando, alegando, chantajeando. Han aprendido que de esa manera logran romper ese NO y lo convierten en un SI.
Los padres por su parte tienden a ser blandos en su palabra, cambian con poco la postura inicial, que al ceder terminan con una expresión derrotista de “con este niño no se puede”, “tené pués”. Incluso se ve a padres que condescienden ante caprichos que le hacen daño al niño o a los demás, como videojuegos prolongados, consumo de sustancias toxicas, actos arriesgados, egoísmo extremo que le quita el beneficio a los demás.
Los padres que son permisivos ante los caprichos de los niños están reforzando una personalidad impulsiva, voluntariosa y con falta de control. A veces se desesperan llegando a ejercer violencia, lo cual refuerza aún más su conducta inapropiada. El niño se enoja, y el padre se enoja más, le golpea, lo que provoca más rabia en el niño.
Para salir de este ciclo vicioso, los padres deben ser firmes cuando dicen que NO, para ello deben anticiparse ante la rabieta, deben evitar discutir con el niño cuando está haciendo el drama, ignorarlo en ese momento y darle tiempo para que se calme, que a veces pueden ser horas.
Es muy importante no ceder ante lo que quiere el niño. Se le puede decir una vez: “De esa manera no va a conseguir lo que quieres”. Cuando ya esté bastante tranquilo se le puede ofrecer un abrazo y decirle: “Te felicito porque te calmaste”. Y tomarse un tiempo fuera, que sirva para refrescarse.
Al día siguiente haga en familia un juego dramatizado en donde otro miembro imita al niño cuando berrincha, y el niño puede hacer el rol de padre, así él tendrá una diferente postura antes el quiero inflado. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Educa bien al niño y no tendrás que castigar al adulto”
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo