Hay momentos en los que descubrir la verdad sobre algo que pensábamos diferente puede ser más doloroso que la ignorancia misma. Nos puede afectar psicológicamente y algunas veces hasta físicamente, esta sensación de dolor se magnifica cuando la verdad ha sido ocultada durante mucho tiempo, siendo parte de la corrupción cultural en la que muchas oportunidades nos damos cuenta que vivimos ¿Por qué experimentamos esta sensación de enojo, decepción y dolor al descubrir la verdad que ha estado escondida bajo un manto de engaño?
Descubrir la verdad después de un periodo prolongado de ocultamiento es como levantar una losa pesada. Durante años, la mentira ha sido una carga invisible, pero cuando la verdad se manifiesta, sentimos su peso con intensidad. La revelación de la corrupción, especialmente cuando involucra a instituciones de confianza, sacude los cimientos de nuestra percepción, de nuestra confianza y nos hace dejar de creer en las instituciones o personas que deberían protegernos.Algunas veces nos cuestionamos nuestro actuar y si ha valido la pena, porque al final del camino nos damos cuenta que la corrupción se apodera de forma de decisiones “políticamente correctas” de los círculos donde nos desenvolvemos.
La verdad oculta, va de la mano con la traición, porque se traicionan principios y valores personales. Descubrir que aquellos en quienes confiamos nos han engañado destruye muchas veces relaciones sociales importantes. La confianza, una vez quebrantada, no se recompone fácilmente. La sensación de haber sido traicionados por aquellos en posiciones de poder genera un profundo resentimiento y una pérdida que difícilmente se olvida.
La corrupción, cuando se descubre, no solo afecta a los individuos directamente involucrados, sino que también tiene un impacto desgarrador en la sociedad en su conjunto, pérdida de empleos, pobreza, analfabetismo, por mencionar algunos. La desilusión generalizada en las instituciones puede socavar la cohesión social y alimentar la desconfianza generalizada. La pérdida de confianza en las instituciones puede tener consecuencias devastadoras para la estabilidad social y la confianza en el sistema.
Cuanto más tiempo se haya ocultado la verdad, más profundo cala el dolor al revelarse. La sensación de haber perdido años confiando en una fachada construida sobre mentiras puede ser abrumadora. La noción de tiempo perdido y oportunidades desperdiciadas intensifica el sufrimiento psicológico. Ante este escenario desalentador, la transparencia emerge como una fuerza redentora. La verdad puede ser dolorosa, pero la transparencia, incluso cuando revela fallas y corrupción, es esencial para la salud de una sociedad. Solo mediante la honestidad y la rendición de cuentas podemos aspirar a construir un sistema más justo y equitativo.
La verdad duele porque revela la brecha entre nuestras expectativas y la realidad, especialmente cuando se trata de situaciones encubiertas. Aunque el proceso de descubrimiento puede ser doloroso, es crucial para construir una sociedad basada en la integridad y la confianza. En última instancia, enfrentar la verdad, aunque sea amarga, es el primer paso hacia la curación y la construcción de un futuro más transparente y justo.
¡Guatemala merece verdad!
Experta en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos. Médica General, con especialidad en Ginecología y Obstetricia. Tiene una Maestría en Sexualidad Humana.