El Mito de la Caverna de Platón, narra la historia de unos hombres que están atados de pies y manos en una caverna, en una cueva. Detrás de ellos hay una especie de fuego, y este fuego refleja en la pared las sombras de las personas que pasan atrás de ellos. Ellos sólo pueden ver las sombras que se reflejan en la pared. Pero un día uno de ellos se escapa de la caverna y se da cuenta que fuera de ella existe otra realidad distinta a la que ellos están acostumbrados a ver. Regresa y les cuenta a sus compañeros sobre la existencia de cosas fuera de esa caverna, pero sus compañeros no le creen. Ellos creen que lo único que existe son las sombras que ven en la pared.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Tanto en empresas como en grupos dentro de la iglesia, hay jefes, hay personas que se suben a su macho y quien los baja de ahí. Son inflexibles y tercos. Creen que las cosas tienen que hacerse como ellos “creen” y son cabeza dura y mente cerrada. Son incapaces de ver la realidad de la vida desde otra perspectiva. Sus razones tendrán, pero creo que esa actitud dogmática e inflexible es la causa de que muchos proyectos no evolucionen dentro y fuera de la iglesia.
Las personas de cabeza dura y no dadas al cambio, son peligrosas a la hora de obtener un puesto de autoridad. Se convierten en pequeños “maquiavelos”, y les vale madre a quien tengan en frente. Su poca tolerancia, su baja estima y sus miedos hace que se inflen como pavorreales en medio de las empresas o grupos. Son abusivos y agresivos. El diálogo con ellos es imposible. Luchar con gente terca es gastar pólvora en sanates. No nos queda más que darle tiempo al tiempo, y que la historia le devuelva a cada uno según sus obras.
La arrogancia y la soberbia son dos antivalores que hunden a las personas en cualquier momento. Considero que dentro y fuera de la iglesia se requiere de hombres y mujeres flexibles, que se valoren más y mejor a sí mismos y a los demás, que a cosas materiales. La riqueza más importante de una nación y de cualquier institución, son las personas; no las cosas. El fariseísmo del siglo XXI se caracteriza precisamente por esto: darle más valor a las cosas y a los legalismos, que a las personas.
Espero que este tipo de mentalidad cerrada y ciega como la de los esclavos en el mito de la Caverna de Platón, vaya liquidándose poco a poco. Para que una sociedad y la misma eglesia evolucione, y se transforme en un espacio en donde se respire valores como la tolerancia, el respeto y el amor al prójimo, es urgente educar y formar más y mejor a los sujetos de la misma: el hombre y la mujer.
El creer que siempre se tiene la razón, es tener una mentalidad de pollo. Las mentes de pollo no son necesarias para construir una verdadera civilización del amor. Para construir una verdadera civilización del amor en nuestra sociedad es urgente liberarse de prejuicios y creencias irracionales. Pero mientras sigamos teniendo cabezas duras, mentes de pollo y corazones de piedra dentro de las empresas y la iglesia, la brecha entre los diferentes grupos culturas guatemaltecos se hará cada vez más grande.
Es posible ser flexibles, respetuosos y amantes de la verdad. Es posible cambiar de opinión sin faltarnos el respecto. Es posible vivir como verdaderos seres humanos en una sociedad en donde los divisionismos son cada vez más evidentes.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.