Una constante de un educador es la lectura previa acerca de los contenidos que ha de impartir a sus estudiantes. Por esta razón, al preparar mi clase sobre el Índice de Desarrollo Humano —IDH—, me encontré con la palabra resiliencia».
Durante la lectura, no sabía el significado de la palabra, al investigar encontré la siguiente definición: La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento. (Pérez Porto & Gardey, 2013) Entonces, al iniciar la clase, solicité a los estudiantes que investigaran la definición y luego contextualizaran y ejemplificarán. En verdad, los estudiantes realizaron excelente análisis y comprendieron la aplicación de la palabra a través de los ejemplos.
A continuación comparto algunos ejemplos grupales e individuales expuestos por los estudiantes. El terremoto que sufrió la población guatemalteca, el 4 de febrero de 1976, fue devastador, pero, el pueblo se unió y logró salir adelante, esta actitud es parte de la resiliencia, manifestó un estudiante. La pobreza económica, la falta de empleos dignos y la desigualdad social en que vive un alto porcentaje de la población guatemalteca, pero, aún así, día a día lucha para satisfacer sus necesidades básicas, es otro ejemplo de actitud de resiliencia, manifestó otro estudiante. La violación sexual que sufre una mujer, y al tratar de superar esta agresión en todos los aspectos de su vida, aplica la resiliencia, expresó con seriedad una estudiante.
Al analizar la definición de la palabra resiliencia —seguro los psicólogos lo manejan con propiedad científica y técnica—, y los ejemplos reales expuestos por los estudiantes, nos damos cuenta de que en algún momento de nuestras vidas hemos llevado a la práctica el significado de esta palabra. La hemos aplicado después de un accidente, un asalto, en la pérdida de un empleo, pérdida de un ser querido, ruptura de un matrimonio, etc. El hecho de sobreponernos a estas adversidades nos ha permitido seguir adelante viendo el futuro positivamente.
La persona que no utiliza, consciente o inconscientemente, la resiliencia, fácilmente cae en depresión y toma decisiones negativas, e incluso llega a la conclusión de quitarse la vida. Por lo mismo, como educadores tenemos que enseñar a los estudiantes a utilizar la resiliencia para superar las adversidades que a diario enfrentan. Por ejemplo, cuando un estudiante pierde un curso o pierde el grado, decide no seguir estudiando, a este estudiante hay que enseñarle a aplicar la resiliencia. Al respecto, algunos educadores manifiestan que todos utilizamos la resiliencia, sí, pero no todos en el mismo nivel, algunos la utilizamos en un alto nivel y otros en un nivel muy bajo. La resiliencia, como cualquier otra capacidad hay que ejercitarla todos los días. ¿No creen?