La mejor herencia de un padre a su hijo es… su presencia.
El padre llega a casa cansado, después de una larga jordana de trabajo, solo quiere reposar. Entra arrastrando los pies a sentarse en el sofá. El niño al verlo se emociona y corre a subirse a sus piernas. El padre no tiene alientos ni para saludarlo con un beso.
La madre le grita al niño: “Hijo, deja tranquilo a tu papá, porque viene cansado”. El niño se baja y le observa desde un rincón. Va a traer su camioncito y da vueltas alrededor de él, el padre, mejor toma el diario y comienza a leer.
Hasta que en un arranque de emoción, estrella su camioncito en los zapatos del papá. Quien ahora enojado se levanta y le da dos golpes en sus pequeñas piernitas. El niño se va a su rincón a llorar, con pequeños susurros casi silenciosos.
El padre por fin respira de tranquilidad y cierra los ojos. Es ahí donde recapacita, dándose cuenta de la realidad del niño. Él le había estado esperando todo el día, para compartir su ser, sus juegos, sus nuevas experiencias, pero el cansancio y las penas laborales nublaron su visión. Se levanta y va a buscar a su hijo, quien con lágrimas en sus mejillas formaba caminitos en su carita sucia. El niño al verle venir… le recibe con asombro y felicidad.
El padre juega con su hijo 30 minutos, y se ofrece a sí mismo, que al llegar a casa, todos los días, tendrá media hora de armonía con sus hijos. Le pide a la madre, que evite darle quejas del comportamiento de los niños y le ayude a compartir tiempo de calidad con ellos.
Cómo notará usted en esta historia, los padres pueden estar de cuerpo presente, pero de alma ausente. Muchas veces los padres tienen éxito laboral, pero fracaso familiar, porque le dan prioridad a lo que no es importante.
Unos más optan por dejar a sus hijos de sangre, al cuidado de una niñera, que les toma más cariño, como hijos propios. Hasta aprenden a hablar con ella. Otros más optan por irse a otro país y enviar dólares, pretendiendo comprar a sus hijos e hijas con objetos materiales. Nada sustituye la presencia de un padre.
La cercanía de un padre es no transferible. Solo estando presente, mirándolos a los ojos, oliéndolos, compartiendo sus juegos, diálogos y aventuras, influirá en su formación en valores, autoestima autoeficacia. Una llamada telefónica es muy fría, y nunca brindará el cariño y cuidado de la proximidad.
Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Hay héroes sin capa, a estos les llamamos papa”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo