Y cuando digo que “siempre” lo digo en serio. Vamos siempre con esas malas noticias que se nos aproximan ya para los años siguientes. La calidad de la democracia, como en el futbol y como casi todo en Guatemala; la perspectiva en general no es muy buena, todo se viene deteriorándose rápidamente. Cuando nosotros pretendemos intentar predecir el futuro, como trato de hacerlo “Prensa Libre” por medio de sus fafas encuestas, puede ser útil ya que es un “extra-ingreso” bajo la mesa (al mejor estilo de “el periódico”); pero la mejor encuesta es mirar al pasado y evaluar las tendencias actuales de nuestro país. El pasado puede informarnos del mismo futuro. Si seguimos eligiendo a inútiles, sinvergüenzas y ladrones para cualquier negocio sea privado o público tendremos resultados nefastos. Lo cierto es cuanto más cambian las cosas para mal, más permanecen igual; y el futuro fluirá, pero con tendencias de puro deterioro.
Claro está que somos un pueblo que no aprende de su historia, de su pasado y siempre estamos condenados a repetirla en todos los aspectos de lo que nos acontece; día a día. Esta frase en mención “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, se debe al escritor y filósofo George Santayana.
Santayana fue conocido por los aforismos y por ser profesor de filosofía en Harvard, que por cierto abandonó. Antes de eso, Santayana asistió a Boston Escuela Latina y a la Universidad de Harvard, donde estudió con los filósofos William James y Josiah Royce. Según la filosofía de Santayana, la historia se repite si la desconocemos. La frase en sí misma ciertamente es contagioso. Es muy común, sino también muy cierta y si la historia, impulsada por la naturaleza humana, es asquerosamente horrible como lo vivido entonces este dicho debería guiar nuestra forma de pensar y actuar para revertirla. El sentimiento que la historia se repite aspira al sentido común y es difícil estar en desacuerdo. En la historia de los Estados Unidos y Europa, las guerras terminaron en condiciones confiscatorias de rendición por medio de gobiernos que inevitablemente querían generar más guerras. Las revoluciones, como las de Francia y Rusia, que otorgaron a un individuo el poder absoluto —Napoleón y Stalin, respectivamente— inevitablemente terminan como imperios fallidos y brutales dictaduras. Lo mismo pasa con esas parejas que no aprenden de sus peleas, su pasado y simplemente se separan. Las personas que no aprenden de sus errores no maduran y siguen cometiendo los mismos errores una y otra vez. Santayana también dijo de la naturaleza humana: “Solo los muertos han visto el final de la guerra”. El mismo creador en mención, quien no estuvo de acuerdo con sus contemporáneos como William James, murió en Roma en 1952. Después de dejar los Estados Unidos, en general se volvió crítico con la sociedad estadounidense, aunque tal crítica estaba separada de su sistema de filosofía. Puede ser de sentido común que todas las cosas buenas y todas las cosas malas de las personas, y la forma en que nos organizamos, simplemente generarán patrones a medida que continuamos haciendo historia como especie humana. Puede ser que simplemente seamos dados a cierta irracionalidad que nos lleve por caminos, algunos desastrosos, una y otra vez como los que estamos viviendo en chapínlandia estos momentos. Dada la aceleración de la frecuencia de tales avances en los últimos 5.000 años de historia, podemos esperar que ocurra algo profundo en la escala de la invención de la agricultura, la misma tecnología o el advenimiento de la industria pesada dentro de los próximos 100 años. Es por eso por lo que la tarea de la humanidad en esta década, y gran parte de lo que nos espera, es simplemente sobrevivir y tratar de no repetir tendencias de las cuales nos hacemos los perfectos ignorantes, babosos o mejor dicho se lo culpamos a la Amnesia.