Algunas palabras alrededor de la obra presentada el pasado sábado en el Teatro Municipal de Quetzaltenango:
“Ahora contaremos la verdadera historia de nuestro pueblo amado”, se lee al inicio del libro Historias y cuentos del título de Totonicapán editado por grupo Hormigas, lo que podría ser también la mejor forma para comenzar a entender la narración poética de Kin Maltioxij nu K’aslemal (Gracias por mi vida), en la que se le da vida a títeres que durante 40 minutos recrean a cuatro niños k´iche´s, que sobreviven ante la ausencia de sus padres, y el inicio podría hacerse un poco más atrás, algunos años atrás, a mediados del siglo XX, Kin Maltioxij nu K’aslemal (Gracias por mi vida) trae el recuerdo a dos de los más importantes escritores mayas, Francisco Morales Santos, al que tenemos la dicha de tener entre nosotros, y Luis de Lión, desaparecido por el ejército de Guatemala y que aún buscamos; ambos muy presentes en esta obra. Claros sobre su origen, claros también en tratar de entender el lenguaje y la articulación de imágenes desde lo poético, estos dos poetas salen a luz, porque su voz y sus palabras están en cada momento, en cada movimiento, en cada elemento de esta puesta en escena, diciéndonos que no hay mejor herencia que saber decir gracias, que el hecho poético tiene que ver con la milpa, con el poncho, con el perraje de la abuela, el sombrero del abuelo; elementos que son parte de la escenografía y que sin decir palabra, nos hablan, su espíritu nos habla, ellos, poetas abuelos, nos dicen que la poesía es como una olla de barro.
Un proverbio árabe reza: Que mis labios no se abran sin no van a pronunciar el dulce sonido del silencio, y lo que el grupo Hormigas nos entregó el pasado sábado con sus objetos, sus títeres, sus trajes negros y sus silencios, fue el asombroso lenguaje de lo que no se dice, un acto revolucionario en una época en donde todos queremos decir y opinar, en una época sobresaturada de información, el silencio fue una ceremonia, como si hubiéramos estamos de frente con el fuego y sin que nadie diga algo, solo se escuchan las velas consumiéndose, poema que no contiene palabras.
Manejar un títere o una marioneta es un acto mágico, al títere se le regala el movimiento, el soplo, el aire, los cuatro actores que participan en Kin Maltioxij nu K’aslemal (Gracias por mi vida) tienen una carga simbólica muy importante, tal y como lo mencionan las historias y cuentos del título de Totonicapán, ellos son, sin dudarlo: Balam Kitzé, Balam Aq´ab, señor Mayulkaj e Iq Balam, que creyeron y dieron las gracias en todo el tiempo a Tz’akol- Bitol, ellos, los cuatro fundadores del pueblo k´iche’, presentes en el escenario, en el trabajo del grupo Hormigas, que como ellos mismos mencionan, no ha sido más que un proceso de experimentación y de búsqueda.
En un país en el que han desaparecido más de 45 mil personas, en un país con una historia llena de oscuridad, en un país en el que la niñez está olvidada, Kin Maltioxij nu K’aslemal, del grupo Hormigas, nos recuerda que es necesario entender nuestro origen desde la ternura, y que el fuego de la esperanza hay que llevarlo a todos lados.
Poeta, gestor cultural y editor de origen maya k´iche´, ha trabajado por más de 13 años en proyectos culturales en Centroamérica, escribe columnas de opinión en medios de Quetzaltenango y Guatemala, amante del Xelajú y las rocolas.