Observe usted a los conductores en su autos, cómo emiten comentarios sobre los otros conductores: “Miren ese tonto, que mal conduce, se va a matar”. Juzgado como tonto y condenado a muerte. Observe a los televidentes cuando ven a un violador en el noticiero: “¡Que los castren y que lo pongan a trabajar!” ¡Qué sufra el condenado!. Toda una expresión de odio y de desquite. Para cambiar el mundo va a hacer falta mucho amor.
Para la mayoría de personas es fácil emitir un juicio para los demás. Somos juzgones y condenones. Hasta se les oye decir: “Yo soy bueno para dar consejos, pero no los aplico en mí”. Juzgar a los demás es algo primitivo, aprender a no condenar es evolución.
“¿Por qué miras la pelusa que tiene tu hermano en el ojo y no ves la viga que llevas en el tuyo?” Preguntaba Jesús. Refiriéndose a que es más importante juzgarnos a nosotros mismos, antes que a los demás. “El que está libre de pecado, que tire la primera piedra”, “con la misma vara que midas, con esa serás medido”.
Con los juicios y las condenas a los demás, no se consigue un mundo mejor para todos. Los países que tienen más gente en las cárceles, son los que más problemas sociales tienen. Los países que logran disminuir las condenas, tienen mejor calidad de vida.
Las personas se resisten a cambiar cuando se les critica, les juzga y les condena, porque se sienten rechazados en su persona. No se crea usted que está creando un mundo mejor, al andar quejándose de lo que ve, demostrando su indignación.
El que juzga y condena siente un aire de superioridad, se cree clase privilegiada. De esta manera rebaja a los demás, lo cual solo crea discordia y peores formas de actuar, luego más crítica, más juicios y más condena. Nunca se ha erigido una estatua para un crítico. Se han creado monumentos a quienes se atreven a hacer cambios en pro de todos.
Es diferente una análisis crítico de la situación es reuniones formales donde se toman decisiones, con la participación de todos, y… “¡Manos a la obra¡” Esta forma sí puede hacer cambios sociales significativos. Buscando la justicia futura, no con condenas ni desquites.
Cuando se sienta tentado a condenar a alguien, dígase: “Sus razones tendrá” Intente comprenderle en profundidad. Eso es amar. No reclame, si no es muy necesario. Hágalo únicamente cuando sea trascendental y le afecte fuertemente a su bienestar futuro. La comprensión sí que genera cambios duraderos.
Por supuesto, defienda sus derechos, pero lo más caritativamente posible. Usted puede hacer justicia sin juzgar y condenar. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo