A finales de 2017 e inicios del presente año, diversas instituciones, asociaciones, fundaciones, entre otras, iniciaron una defensa a la libertad, una lucha contra la intervención extranjera, la consigna de ellos era defender la soberanía. No era posible que un extranjero, nacido en Colombia, diera las directrices para el combate a la corrupción. En la inconformidad justificaban la lucha, porque el extranjero había asistido al Congreso de la República, a las Cortes y a otras instancias, a pedir que se enfrentara la corrupción y se disminuyera la impunidad. Muchos se sumaron a esa ofensiva, medios de comunicación como los periódicos Siglo 21 y La República, medios televisivos como los canales 3, 7,11 y 13, programas de radio, columnistas. La «Fundación contra el Terrorismo» fue la que más impulsó la lucha contra la intervención extranjera.
Miles de guatemaltecos escucharon y se apropiaron de las ideas y consignas de los defensores de la patria. Manifestaciones frente a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala —Cicig— lideradas por los hijos del expresidente y exalcalde o difunto Álvaro Arzu, familiares de otro expresidente, Efraín Ríos Montt, militares retirados, familiares de funcionarios encarcelados, gritaban a tambor batiente que debía defenderse la soberanía del país.
De la misma manera, dos embajadores fueron acusados de intervención en asuntos de interés nacional, por tanto debían abandonar el territorio nacional.
¿Donde están hoy esos defensores de la soberanía nacional? No los veo manifestarse por los vejámenes, atropellos y daños a nuestros hermanos guatemaltecos que migran a territorio estadounidense, sobre todo a los niños, que según expertos son miles los que han sido separados de familiares sin la más mínima consideración.
Tampoco veo a la «Fundación contra el Terrorismo» y sus representantes, militares retirados, medios de comunicación, manifestar su descontento por la visita del vicepresidente de los Estados Unidos.
Esta semana, militares estadounidenses con armamento de alto poder, investidos de soberbia y altanería, se apoderaron del aeropuerto, de las calles y de la Casa Presidencial guatemalteca, y nadie alzó su voz para defender la soberanía nacional.
¿A qué vino Mike Pence? pues a dar órdenes, instrucciones, a decidir la política pública para evitar la migración al país del norte. Esto sí es intervención. Muchos vendrán con el cuento de que Estados Unidos es el mayor socio comercial de Guatemala, esto no justifica la intervención abusiva de sus gobernantes. Esto sería como que usted en su casa permita que su jefe, el que le da trabajo, ordene la forma de educar a sus hijos o tratar a su esposa. Quienes se justifican de esta manera rallan en lo cobarde. Por lo anterior, está en duda la bandera enarbolada en defensa de la soberanía.
El problema de la migración debemos resolverlo desde adentro. A lo interno del país, con un Gobierno que lidere acciones en beneficio de los más desfavorecidos, programas alternos de atención a jóvenes, creación de plazas de empleo formal, créditos blandos para la micro y pequeña empresa, entre otros.
Si Estados Unidos quiere apoyar a los países del triángulo norte centroamericano, que invierta en ellos los 25 mil millones de dólares que se quiere gastar en el muro. Estoy seguro de que con estos miles de millones de dólares podemos construir oportunidades en nuestros países y disminuir la migración. Lo que no se puede castigar es el derecho a migrar que tienen los ciudadanos de todos los países del mundo.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.