Ser honesto implica responder positiva y cabalmente a lo que significa y exige el pudor, la decencia y las buenas costumbres. A una persona se le considera honesta, en sentido estricto de la palabra, cuando no roba, estafa, defrauda o engaña persiguiendo beneficios personales o familiares. Dada esta definición, en lo general y en lo particular, cabe la siguiente pregunta: ¿a cuántos funcionarios que han estado en el ejercicio del poder o están en el cargo por elección popular, y otros muchos de distintos niveles en los tres poderes del Estado, podríamos asignarle esta calificación definitoria? Al amparo de lo que la experiencia, todo cuanto se conoce y las crisis que hemos y seguimos enfrentando nos ilustra y señala, la sociedad y el pueblo de Guatemala, tienen la palabra y la mejor respuesta.
Sería deshonesto, fatalismo y hasta de mala fe no reconocer que en nuestro país existen personas honestas que han pasado por el ejercicio del poder público; han existido, existen, y lo deseable es que en el futuro la honestidad en la administración pública nacional, departamental y municipal sea la regla y no la excepción, como sucede actualmente. Aquí vale la pena comparar el trabajo honesto en el sector privado, con el público: en el privado la deshonestidad se sanciona y hasta se castiga, en tanto que en público, se comparte y hasta se fomenta; los antecedentes y crisis que se sigue confrontando en Guatemala confirman esta percepción. Si nos tomamos la molestia de analizar las dependencias públicas desde la Presidencia de la República hasta las municipalidades, pasando por las gobernaciones departamentales y el Organismo Judicial, difícilmente encontramos una sola instancia que se encuentre libre de pecado. Y eso es lo triste y doloroso en nuestro país; como se sabe que las estructuras del poder público están corrompidas, aquel funcionario que por honestidad intenta revelarse, es expulsado; otros, débiles en su intención, se adaptan y son absorbidos por la corrupción. Lo cierto es que si una persona ingresa a un sector público corrompido, sin tener bien cimentada su honestidad, solo tiene dos caminos: o se corrompe, o la corrupción lo expulsa.
Cuando la honestidad se hace presente en los más altos niveles de la administración pública, los jerárquicamente menores, hasta llegar a los inferiores, tienen que ser honestos; pues los de arriba están predicando con el ejemplo. Pero, cuando los de arriba son deshonestos, pierden toda credibilidad y autoridad moral para combatir la deshonestidad, porque los de abajo, simplemente están siguiendo su ejemplo. Veamos algunos ejemplos: ¿con qué autoridad moral la Presidencia podría oponerse al otorgamiento de bonos de todos los colores y sabores que muchos funcionarios se siguen recetando e indiscriminadamente repartiendo, si el presidente puso el ejemplo aceptando el deshonesto bono que le otorgó el ejército y que contra sus deseos tuvo que devolver?; ¿ cómo podríamos confiar en el ejercicio legislativo cuando a los integrantes del pacto de corruptos y otros muchos la deshonestidad los retrata de cuerpo entero?; ¿Cómo podemos confiar en los Concejos Municipales que cada día defraudan más a sus electores con la deshonestidad e incapacidad en el cumplimiento de sus obligaciones? Podríamos mencionar muchos ejemplos más, e incluso personalizar casos que son del dominio público (antejuicios y otras trampas), pero lo cortamos aquí, pues, como siempre, los señalamientos chocan contra un muro de contención y la indiferencia que irresponsablemente sigue demostrando la mayor parte de los integrantes de los Concejos Municipales.
En resumen: ¿Cómo confiar en quienes desde el ejercicio de la administración pública pretenden aparentar lo que no son ni hacen por la sociedad, lo que antes de llegar al cargo le han ofrecido? Lo señalado y tantos casos más que se podrían agregar son pues, una pequeña muestra de que el principal problema que se confronta en Guatemala es la deshonestidad gubernamental, que en muchísimos casos se sigue confrontando en el país.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com