El pasado 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la mujer. Pero todos los días son buenos para reflexionar sobre el papel que desempeñan las mujeres en la sociedad actual. Yo siempre he dicho que la mujer complementa al hombre. No es menos que el hombre. Tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones. Biológicamente somos diferentes, pero en el quehacer de cada día, nos complementamos.
A lo largo de la historia, la mujer siempre ha sido discriminada y marginada de la comunidad y la sociedad. Aún hay países en donde la mujer sigue siendo un objeto cualquiera, que sirve sólo para estar en la casa y tener hijos. Son pueblos y culturas machistas.
Ustedes las mujeres no son menos que los hombres. A pesar de que en más de 36 países aún se discrimina a la mujer en el mundo, y que son separadas por fronteras étnicas, culturales, económicas y políticas, ustedes tienen la oportunidad en nuestros días de ir rompiendo con esas cadenas que las han mantenido esclavizadas a lo largo de la historia.
Las mujeres son en nuestros días artífices y constructoras de la historia y del tejido social. En tiempos de Jesús las mujeres eran marginadas y discriminadas, y Jesús establece nuevas relaciones y un nuevo trato hacia ellas. Jesús les dio a las mujeres la oportunidad de expresarse y ser seres influyentes en medio de una cultura machista.
En nuestro país la lucha no ha sido fácil. Poco a poco las mujeres se están abriendo espacios a través de los cuales puede ejercer los dones que la vida y Dios les ha dado. Algunas lo han hecho muy bien. Muchas mujeres desempeñan roles importantes en la política, la economía, la cultura y el deporte. Y esto es muy bueno. Una muestra del rompimiento de esa brecha esclavizante es ver la cantidad de mujeres jóvenes que están preparándose en diversas áreas en las distintas universidades del país.
A pesar de que la mujer sigue abriéndose espacios en la sociedad, aún hay muchas mujeres que son víctima del odio, el racismo y la discriminación en sus lugares de origen. Esa mentalidad machista aún sigue vigente en nuestro pueblos y ciudades. Aquí entra el rol de los hombres.
Los hombres, que hemos sido formados en un hogar machista, debemos romper esa mentalidad que nos hace ver a la mujer como un ser inferior a nosotros. Tratemos bien a las mujeres. Cuidémoslas como lo más preciado que tenemos en la vida. Ellas no son menos. Ellas no valen menos. Ellas no son un objeto sexual. Ellas son personas que nos complementan y tienen dignidad.
Por eso, éste y todos los días debemos estar agradecidos con Dios por la oportunidad que nos ha dado de convivir con mujeres todos los días. Sin ellas no somos nada. Sin ellas no valemos nada. Ellas limpian, ellas generan ingresos con su trabajo, ellas cocinan, ellas son secretarias. Por otra parte, ellas son bellas, ellas son fuertes, ellas son más corazón que razón, ellas son inteligentes, ellas son dadoras de vida.
Entonces, tratémoslas bien. Amémoslas sin medida y siempre estemos agradecidos con ellas. Por este medio quiero agradecer a todas las mujeres vivas y difuntas que Dios me ha puesto en este camino de la vida. Ustedes me han enseñado a trabajar, a perdonar y a amar. Gracias por su amor incondicional. Dios les bendiga siempre.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.