Una palabra que siempre debemos llevar en los bolsillos es “gracias”. “La palabra gracias proviene del latín gratia, la cual deriva de gratus (agradable, agradecido), que significa la honra o alabanza que sin más se tributa a otro, para luego significar el favor y reconocimiento de un favor”, (s/a, 2022). Hay miles de razones para estar agradecidos con nuestros padres por habernos dado la vida. Pero, como cristianos sabemos que la vida nos la ha dado Dios, y a Él debemos agradecerle todos los días por este regalo tan maravilloso, gracias al cual podemos sonreír y abrazar a nuestros seres queridos.
Hay varios momentos de la vida que son objeto de agradecimiento. La mayoría agradecemos a Dios el día de nuestro cumpleaños. Pero también vale la pena agradecer el día de nuestra boda, de nuestra consagración religiosa, ordenación sacerdotal o cualquier otro aniversario significativo en nuestra vida. Estos son momentos únicos en la vida, por los cuales se puede brindar con nuestra bebida preferida.
En la iglesia católica tenemos un sacramento por excelencia con el cual agradecemos a Dios todos los días: la eucaristía. El sacramento de la eucaristía es el sacramento por excelencia, a través del cual agradecemos a Dios nuestro Padre, esa presencia real en su cuerpo y en su sangre. La eucaristía es “acción de gracias a Dios”, (CIC No. 1328). Con la eucaristía agradecemos las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación. El mismo Cristo en varias ocasiones le dio gracias a su Padre: “te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Gracias, Padre…”, (Mt 11, 25-27).
Es reconfortante darles un vistazo a las diferentes páginas de nuestra historia personal, familiar y laboral. A nivel personal, si revisamos bien nuestra historia, nos vamos a encontrar con personas que nos hicieron la vida “de cuadritos”, pero “gracias” a ellas estamos donde estamos. Cuando se es proactivo y creativo en este camino de la vida, se despiertan muchos sentimientos en los demás: algunos pocos se alegran por los éxitos alcanzados; otros, reaccionan con odio, envidia y resentimiento, y buscan todos los medios para destruirnos.
Pero cuando, el que es blanco de críticas por su creatividad y su don de emprendimiento, tiene una personalidad asertiva y serena, las pedradas se aguantan y soportan con calma y paz. Hay que agradecerle a la vida por la existencia de nuestros enemigos y críticos, porque gracias a ellos pudimos darnos cuenta de nuestros errores, enmendarlos y seguir adelante.
Gracias Dios por el don de la vida. Gracias a mis padres, por darme libertad para crecer como persona. Gracias a mis maestros que me enseñaron a analizar e interpretar los fenómenos socio-políticos de la sociedad. Gracias a quienes me formaron para que yo sea el soy hasta el día de hoy. Gracias a quienes han hablado mal de mí. Gracias a quienes han estado, están y estarán siempre cerca de mí. Gracias a quienes me han dado oportunidades jamás soñadas para servir. Gracias a quienes me aman de verdad. Gracias a mis seres queridos que desde el cielo interceden por mí.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.