Como si nada ya estamos en el tiempo de Navidad. Durante este tiempo se hace memoria del nacimiento del Señor en Belén. Es un tiempo que va desde las primeras vísperas del Señor hasta el domingo después de la Epifanía, o después del día 6 de enero.
El profeta Isaías (62, 1-5) afirma: “por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré reposo, hasta que surja en ella esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha”. Pues esto es lo que lo sucede en el tiempo de navidad: la salvación de Dios ha brillado como una antorche. Se espera que nosotros también seamos justos y brillemos como antorchas para los demás.
La Luz ha nacido y se nos ha dado. Esa luz está con nosotros, porque Él es el Emmanuel: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”, (Mt 1, 18-25). Ahora Dios está con nosotros; y si Dios está con nosotros, en consecuencia, debemos actual como tal. Algo que no es siempre tan fácil.
La navidad es un tiempo para reconciliarnos con quienes hayamos tenido alguna dificultad. El hecho de buscar siempre la paz, hace que Jesús esté con nosotros. La navidad es una oportunidad que la vida nos está dando para encontrarnos con el diálogo y la comunicación. Cuando, a pesar de los golpes de la vida, usted logra entender y comprender al otro, es navidad.
La navidad es un tiempo para ser pacientes, ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Es un tiempo para practicar la honestidad. La navidad es un tiempo para, no sólo nacer, sino volver a nacer en nuestro comportamiento.
En pocas palabras la navidad es la oportunidad que todos tenemos para amarnos sin medida. La navidad es aprender a vernos con los ojos de Dios. Navidad es compartir un pache o cualquier otro tipo de cosas, pero hacerlo con amor.
Navidad es caer en la cuenta que hemos fallado, que nos hemos equivocado. Navidad es transformar nuestra vida en algo mejor. Navidad es respeto, es aceptar al otro como es. Si logramos hacer algunas de las cosas antes mencionados, habrá nacido el salvador en nuestras vidas.
Vale la pena poner los pies en la tierra y agradecer a Dios el don de la vida; una vida que tiene que desperdiciarse en servir a los demás a través del oficio, profesión y vocación que cada uno haya elegido. A veces los seres humanos malgastamos el tiempo en repetir año tras año lo mismo de la misma manera. Le tenemos miedo a los cambios y a los retos que esta vida nos plantea.
Pues, ahora que estamos en este tiempo de gracia, que se note que somos cristianos gritando y anunciado, como Juan Bautista, el evangelio a toda criatura. Grite, grite a todo pulmón que la ternura del niño que ha nacido, es la ternura que yo debo tener con mis semejantes. La coherencia del niño que ha nacido debe ser nuestra coherencia.
Nuestra confianza, nuestra esperanza debe estar puesta en este niño Dios. No veo otra manera de hacer cambios en este mundo. La vida me ha enseñando que el dinero y el apego a las cosas materiales lo único que hace es convertirnos en seres mediocres. Es lamentable que nuestra seguridad esté en el dinero y en las cosas materiales. Sin esa plataforma material, sentimos que el mundo se nos viene encima. Pero no es así.
Que la única plataforma que nos de seguridad sea la plataforma del niño nacido en Belén. ¡Feliz Navidad!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.