Según el Diccionario de la Real Academia (2014), la felicidad es un estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien; es satisfacción, gusto. Esto quiere decir, que cuando se vive insatisfecho y disgustado con todo, no se es feliz. Una cosa es que de vez en cuando alguien se sienta cansado por las cruces que libremente ha elegido cargar; otra muy diferente es que se sienta infeliz por no integrar en la propia vida los obstáculos que hay en el camino de la vida. El sufrimiento con sentido vale la pena; el sufrimiento sin sentido esclaviza. Este último se refiere a las personas que son incapaces de establecer una relación íntima y de amistad con el sufrimiento.
Frankl (2010, pág. 188) en el libro El hombre en busca del sentido último, dice que la vida no deja de ofrecer un sentido al ser humano, hasta el último momento, hasta el último aliento. El sentido de la vida puede hallarse bajo cualquier dirección, incluso bajo las más inconcebibles. Son tres caminos que llevan a un sentido de la vida: el primero, cumpliendo un deber o creando un trabajo; el segundo, experimentando algo o encontrando a alguien; en otras palabras, se puede encontrar un sentido no solo en el trabajo, sino también en el amor. Pero el más importante es el tercer camino: cuando el ser humano se encuentra con un destino que no puede cambiar, está llamado a dar lo mejor de sí mismo, elevándose por encima de sí mismo y creciendo más allá de sí mismo. Hay que ver en la transitoriedad de la vida un incentivo para emprender una acción responsable.
Yepes Stork & Aranguren Echevarría, (2009, pág. 177), en el libro Fundamentos de Antropología, expresa que existe un ideal de felicidad en el poder. Hoy en día el poder más evidente y directo es el dinero. Hay quienes dicen que dinero es poder y felicidad es poder. Pero el dinero no da felicidad. La felicidad está dentro de cada uno y depende más de factores internos. La felicidad es una decisión personal. Hoy es el momento para disfrutar el viaje de la vida. No hay que buscar la felicidad en el poder o en el dinero. Estos factores externos no proveen la estabilidad emocional. El sentirse bien consigo mismo, con los semejantes y con Dios, no depende de esos factores.
Para ser feliz no se requiere quedar bien con todo el mundo. Acepte esta realidad. A algunas personas no les va a caer bien jamás. Trate bien a los demás, ayude a los pobres, sea misericordioso, escuche a quien le busca, sea una persona de paz, practique la justicia y el amor. La práctica de estos valores son fuente de felicidad. Algo muy importante: para ser feliz, necesita comunicarse con Dios.
La felicidad es paz, tranquilidad; es disfrutar positivamente los pequeños detalles de la vida las 24 horas del día. La felicidad es tener una mente relajada. Le pregunto ¿Es usted feliz? Espero que sí. Uno de los síntomas de la felicidad plena es encontrarle sentido a todo lo que hace. Disfrute a sus padres, hijos, amigos y compañeros de trabajo. Disfrute hacer ejercicio, degustar su comida favorita, la lectura de un libro, la contemplación de la naturaleza.
Elimine de su vida la amargura, envida, soberbia y los complejos de superioridad, el rencor y toda clase de maldad. Estos antivalores son los peores enemigos de la felicidad. Usted ha nacido para ser feliz, usted puede ser feliz. Tome la decisión hoy. ¡La vida es maravillosa!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.