En realidad, tú no eres tan importante.
Si la humanidad tuviera mil pasos de historia, estaríamos en el 501. Todas las generaciones han pensado que son la última. Hace siglos, algunas sociedades consideraban que eran el culmen de la historia, otras pensaban que eran el centro de todo, y que el sol giraba alrededor de ellas. En realidad, somos un elemento más de la vida.
Seremos olvidados individualmente, como personas, cuando hayan pasado cien años. Nuestro legado no es tan importante. Pero esta pretensión de importancia que tenemos como personas, como pueblos, como especie… ha causado más daño que bien. Ha hecho que nos peleamos egoístamente.
De los miles de millones de seres humanos que hemos sido, son muy pocos los que resuenan en los libros de historia. Y muchos de ellos son mencionados por su crueldad, sin embargo, tenían “nobles ideales jactanciosos” que causaron tanto daño, destrucción y lágrimas. Pero, recordamos los nombres, no a las personas.
“No importa si hablan bien o mal de ti, lo importante es que hablen”, es el lema de algunas personas que delinquen y luego disfrutan cuando salen en los periódicos, de su minuto de gloria y de varios años en la cárcel.
Esta ilusión de importancia, que más bien parece alucinación, hace que algunos piensen que tienen más privilegios que otros y luego, fantasean de que son los protagonistas de la historia, todos piensan que son los primeros, con una misión. Imaginación que resulta ser destructiva para otros, para la vida, para el planeta. Si la tierra desapareciera, el universo no le daría importancia, incluso si el sistema solar colapsara, no habría importancia para los eones de historia, que ya no sería historia.
Sin embargo, si nos damos cuenta de que, no somos tan importantes, entonces vendrá pasividad, paz, que respetará a los otros, a las demás especies, a lo material. Dejaríamos de acumular y acumular: objetos, dinero, amigos, parejas, famas, conquistas…
Claro que tenemos que organizarnos socialmente para evitar que algunos enfermos ambiciosos, que también son nuestros hermanos, se aprovechen de esta pasividad, y así defender nuestro derecho a la vida, y también defender a los más desvalidos, que también son nuestros hermanos.
Si nos quitamos esa venda de segazón por importancia, nos daremos cuenta de que somos uno más de la humanidad, somos una parte de la historia, somos un paso más de esta Creación, que aún continúa… y eso es bello. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Vive y deja vivir”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo